Muy callados están los obispos españoles con su ayatolah a la cabeza, Rouco Varela, desde la derrota de PSOE y la aplastante victoria del PP, el partido preferido del clero. Los regalos de los socialistas, desde Felipe González, al altar, no consiguieron superar los recelos episcopales hacia el PSOE.
Seguro que la Iglesia está esperando la recompensa de Rajoy por la ayuda prestada desde los púlpitos al “catolicísimo” partido, que no puede presumir de dar cobijo en sus filas a ateos izquierdistas, mientras que en el PSOE pueden incluso hacer carrera y convertirse en millonarios creyentes católicos. Pero con la que está cayendo, pocos fondos puede movilizar el PP para destinarlos a la Iglesia.
Probablemente, el silencio de los obispos se deba a que creen seguro un sabroso bocado: imponer por fin la religión católica como auténtica asignatura, desde los colegios hasta la Universidad, como en los tiempos de Franco. La Iglesia, cuya aspiración sería una teocracia a la iraní, manipula las mentes de los españoles desde su nacimiento hasta la vida profesional y mucho más si se es político derechista. Tiene además como aliadas a las asociaciones de padres de familia, convenientemente indoctrinados desde la más tierna infancia.
Hay que admitir que las alternativas del PSOE a la religión dejaban mucho que desear. Cuando aún ostentaban el poder, los socialistas podían haber suplido las clases de religión por la disciplina “Historia de las Religiones”, podando todos los absurdos, las fantasías, los mitos, las leyendas y mixtificaciones de las creencias, que así serían enriquecedoras del intelecto como apasionante capítulo de la historia de la Humanidad, que se remonta a unos 30.000 años.
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