lunes, 14 de enero de 2013

Atalaya: ¿En declive?


Actualmente, el Rey Juan Carlos no lo tiene fácil. Desde la cacería de elefantes en Botsuana y el escándalo de corrupción de Urdagarin, yerno del Rey (esposo de la infanta Cristina), las críticas se van acumulando sobre la figura del monarca, cuya popularidad ha decrecido (50%), al tiempo que ha subido la de la Reina, doña Sofía (70%). Al grueso de la opinión pública española no convencen argumentos como que el Rey, también en sus viajes privados, trabaja para España y adquiere sustanciosos pedidos, como el del AVE de Medina a la Meca.

Parece que el mal fario rodea al Rey, operado dos veces de cadera. El tradicional mensaje de Nochebuena, pensado para confortar a la sociedad española, fue abundantemente criticado como superficial. Su audiencia fue de 2.726.000 televidentes. Los críticos señalan que en momentos tan graves como los que atraviesa el país, hubiese sido necesario hacer más hincapié en los problemas. Las clases bajas, indigentes y parados (6 millones) quieren oír de su Jefe de Estado palabras más decididas y menos de pasada sobre los problemas que agobian al país. En realidad, el Rey habló en clave. La Constitución le impide entrar en política activa. Juan Carlos habló sobre sus 37 años como Jefe de Estado, dejó claro que no va a abdicar; refiriéndose muy veladamente al problema catalán criticó “los pulsos soberanistas” y alabó al Príncipe, que tanto en España como en el Extranjero, está considerado como excelentemente preparado para ser un día Rey. El Príncipe es la alternativa también para los republicanos de izquierdas, que esperan su momento propicio, que hoy por hoy no se vislumbra en el horizonte político.

Un par de días más tarde, coincidiendo con su cumpleaños (75), TVE transmitía inesperadamente una entrevista con el periodista Jesús Hermida, que venía a ser una repetición del mensaje del 24de diciembre. Algunos observadores apuntaron que “el Rey solamente contesta a las preguntas que él formula”. Tampoco en su discurso con motivo de la Pascua Militar, el 6 de enero, el Rey llegó al fondo de las cuestiones sociolaborales y económicas candentes, siempre procurando no inmiscuirse en la labor de los políticos. Pero hubo una frase, que todo el mundo comprendió, mirando a Cataluña: las fuerzas armadas deben ser sensatas. El Rey es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas españolas.


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