miércoles, 19 de noviembre de 2014

Leído en la Prensa: Buenas noticias




Dentro de lo mal que nos va, una luz en el oscuro horizonte: La caída de costes hace que algunas empresas vuelvan a fabricar en España. En este contexto Diario SUR comentaba:

"Hace solo unos años, Modas Zarpa, una de las principales empresas malagueñas del sector textil, repartía entre fábricas de India y China el cien por cien del proceso de producción de la ropa de su marca Olimara. Hoy, ese porcentaje se ha reducido al 70%, mientras que el 30% restante lo absorben sus propias instalaciones del polígono Guadalhorce, de donde salen la totalidad de las prendas de su otra marca: Sonia Peña.

Menos gastos de personal
Los datos de la Central de Balances de Andalucía desvelan algunas ventajas competitivas de la industria malagueña. En el segmento de la alimentación y bebidas de Málaga tienen un menor peso los costes salariales (6,3%) que el observado en Andalucía (8,3%) y España (10,4%). La misma situación se observa en el textil (9,9%, frente al 14,4% andaluz y el 18,5% español) y en la del mueble (22,1% en Málaga, 30,4% en Andalucía y 29,4% en España). En el resto de ramas la situación se invierte y se aprecia una menor ventaja en este aspecto. No obstante, desde Analistas Económicos de Andalucía advierten de que puede haber diferencias dentro de cada grupo que correspondan a economías de escala.
 
«Era ilógico no aprovechar el conocimiento de producción que teníamos aquí», apunta el director gerente de Modas Zarpa, Michael Dixen Zwisler. Su caso se enmarca dentro de una tendencia al alza en la industria española, que con la crisis ha pasado de la deslocalización de sus procesos de fabricación a la relocalización.

La moderación salarial y la caída de los costes en España están detrás de este viaje de vuelta, junto a un entorno de mayor innovación en comparación con países como China, donde, además, los costes laborales han subido del orden del 20% y también crecen los gastos de transporte y los aranceles. En ese contexto, ¿realmente compensa fabricar en Asia? Michael Dixen Zwisler destaca que producir en Málaga todavía es «un pelín más caro», pero señala que hay otros factores más allá del precio. Entre ellos cita la fiabilidad, frente a la falta de seriedad de algunas plantas en China: «Si haces un pedido seis meses antes, a lo mejor te suben el precio un 20% porque sí. Y tienes que aceptarlo, porque si no te quedas sin producción».

Un reciente informe del ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior) profundizaba en estas causas: «los motivos van más allá de los costes laborales, y responden a la necesidad de dar una respuesta rápida al mercado, acortando el tiempo entre el diseño de las prendas y la producción». Modas Zarpa ha invertido unos 700.000 euros en ampliar su fábrica de Málaga, donde han aumentado su plantilla de operarios en torno a un 15%. Actualmente, solo en la planta trabajan unas cien personas.

El sector textil es de los que más está apostando por la relocalización. En la década de los 90, unas 400.000 personas trabajaban en esa industria en todo el país. La Federación Española de Empresas de Confección (Fedecon) subraya que las firmas se llevaron fuera el 70 % de la producción por la pérdida de competitividad. En 2013, esta patronal estimaba que se podrían recuperar entre 60.000 y 100.000 empleos por el encarecimiento de la mano de obra en China. 

En Málaga, la situación se deja sentir poco a poco, sobre todo en las pocas cooperativas textiles que aún resisten en la provincia. Aunque queda lejos la época en la que daban trabajo a 15.000 malagueños, sobre todo mujeres, los teléfonos han empezado a sonar más en las naves.

«Desde hace unos meses lo estamos notando cada vez más. Lo que pasa es que quedamos tan pocas socias que no podemos aceptar todo lo que nos llega. Llegamos a ser 179, pero ahora somos 28. Si se monta una cadena de producción para una prenda determinada y no somos suficientes, pues eso al final son pérdidas», relatan desde la cooperativa La Fuensanta de Pizarra, una de las más antiguas de Málaga (sus orígenes se remontan a 1973) y que sigue en la brecha pese a las dificultades.

Está por  ver cómo responderán los dos grandes gigantes malagueños del sector, Charanga y Mayoral. Esta última planea restaurar la antigua nave de Intelhorce, con una inversión millonaria para convertirla en su sede y central logística. Mayoral recibe sus diferentes colecciones procedentes de talleres exteriores de España, Portugal, Marruecos y Asia.
 
El textil y la agroalimentación, donde los costes laborales tienen un peso muy significativo sobre el precio final del producto, son los más afectados por la tendencia a la relocalización, pero no son los únicos. Otro ejemplo en Málaga lo constituye Tiendanimal, la firma que lidera la venta ‘on line’ de productos para mascotas en España. Su director general, Antonio Córdoba, revela que el año pasado iniciaron un proceso de búsqueda de proveedores locales, dentro de su línea de accesorios. «Lo hicimos de forma proactiva, con la idea de generar más riqueza en nuestro entorno. Para algunas tipologías de artículos sí lo hemos encontrado, pero para otras ha sido más difícil», indica el responsable de Tiendanimal, compañía que habitualmente trabajaba con importadores chinos.

«El factor precio no es el único elemento determinante, también el servicio, la facilidad y la flexibilidad que te da el tener un proveedor local, siempre que tengamos unos costes razonables», añade Córdoba, cuya empresa acaba de ser adquirida en un 51% por la sociedad de capital riesgo catalana Miura Private Equity. De hecho, algunos de estos nuevos proveedores con los que han llegado a acuerdos son de Cataluña (en la línea de alimentación) y otros de Málaga.

Desde Analistas Económicos de Andalucía, la sociedad de estudios de Unicaja, señalan que el fenómeno de la repatriación de la actividad de producción no solo en España, sino también en Europa y Estados Unidos, es tan inicipiente que todavía no hay estadísticas que lo avalen, más allá de casos concretos.

«No obstante, para los productos con menor valor añadido sigue habiendo alternativas a un menor coste antes que volver a España. Los casos de Bangladesh, Indonesia, Vietnam y otros lo atestiguan», advierten fuentes de Analistas, que objetan que el intenso proceso de devaluación salarial y de las condiciones laborales que está sufriendo la economía española puede incentivar la relocalización.

El temor de algunos expertos es que esta tendencia, en vez de impulsar procesos productivos de mayor valor añadido, alimente el empleo precario por el abaratamiento del país. No en vano, según la OCDE los costes laborales en España bajarán un 1,3% en 2014 en lo que será la quinta reducción anual consecutiva. Los fabricantes de automóviles, en plena expansión nacional, y casos como Telefónico, que trajo de vuelta a sus ‘call-centers’, confirman esta propensión.

Más innovación
Sin embargo, también ha habido empresas que, incluso cuando la deslocalización estaba pleno apogeo, mantuvieron en Málaga sus procesos de fabricación, esgrimiendo como razones la importancia de la calidad, la innovación o la alta tecnología. Después de cuatro décadas, la multinacional nipona Fujitsu ha continuado con su fábrica malagueña, que no puede competir en costes con China o Filipinas, algo que compensa con su alto nivel de calidad. Su directora de Gestión, la ingeniera Blanca Hermana, lo resumía así en una entrevista con este periódico: «No podemos permitirnos el lujo de un error. Aquí todos sabemos lo que puede significar que al volante de un coche le falle la electrónica».
 
Otro ejemplo parecido podría ser el de Sogecam, desde cuyas instalaciones del PTA salen contadores de luz inteligentes de última generación, nada que ver con los que se fabrican en Asia. Participada en un 10% por Iberdrola, la compañía busca ahora abrir nuevos mercados en Europa y América Latina.

Desde Splash, la empresa de diseño y fabricación de parques de ocio y recreativos, su director Agustín Ciatelo se muestra satisfecho por haber mantenido su apuesta por centralizar toda la producción en España, pese a los cantos de sirena del exterior. «Optamos por optimizar al máximo, mejorar la tecnología y no entrar en esa rueda que al final se ha visto que no marcha tan bien. Lo que abaratábamos por un lado lo íbamos a perder en calidad», resume el responsable de Splash, que cuenta con su fábrica en Zaragoza y ni siquiera importa las materias primas.

De forma similar se expresa Antonio Lucena, gerente de Laveta, que se dedica a crear gafas de madera artesanales, y que prácticamente todas las semanas recibe por e-mail ofertas de fábricas chinas: «Nos gusta controlar toda la fabricación de principio a fin. Una producción en serie nos haría perder esa calidad que es nuestro gran valor»."

Fuente: Diario SUR (diariosur.es)
Autor: J.J. Buiza
 
 
 

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