lunes, 2 de junio de 2014

El PP y Europa



Aunque no haya sido el ganador absoluto, el PP que lidera Mariano Rajoy demostró en las pasadas europeas que es uno de los partidos conservadores más importantes de Europa, una curiosa paradoja porque el PP se encuentra con tantos e importantes casos de corrupción y de tensiones internas que en otro país habría sido expulsado ya de la arena política.

Para el Partido Popular Europeo, que acoge a los partidos de derechas, democristianos y neoconservadores, el PP es un pilar sólido de la derecha europea. Aun cuando en el PP sigan dando la nota los nostálgicos del franquismo (los conservadores europeos muy poco hicieron contra la dictadura de Franco), el Partido Popular, que nunca ha renegado del golpe de Estado del general gallego, tendrá tarde o temprano,  lo mismo que el PSOE,  que asentar las bases para, en caso de urgencia política y por la democracia española, poder concertar coaliciones. Lo conveniente para España y para su democracia es acabar con el bipartidismo, que fomenta la fragmentación de la escena política en mini-partidos o en pequeñas formaciones políticas, que restan fuerza al empuje democrático hacia el progreso y más representatividad democrática. Para ello hay, sin embargo, que cumplir condiciones, como hizo el PSOE durante la transición, abandonando el radicalismo para situarse en el centro-izquierda. El PP es de boquilla un partido centrista, que no obstante cobija a ultraderechistas e incluso a franquistas. La principal condición, que también puso inútilmente  el parlamento  europeo, es que el PP condene en sede parlamentaria el golpe de Estado de Franco y se distancie claramente del régimen anterior, aunque el PP (antes, Alianza Popular) haya sido fundado por el ex jefe de Falange y ex ministro de Franco, Manuel Fraga Iribarne, para impedir la dispersión de las fuerzas del franquismo en la democracia. Rajoy actuaría como estadista, frente a los conservadores demócratas europeos, si por fin se plantea y decide  que desaparezcan de lugares, calles y monumentos todos los símbolos franquistas y neofascistas.  
 
Seguro que la canciller federal alemana Angela Merkel se ha alegrado mucho de seguir teniendo en el PP un firme interlocutor de la misma cuerda. La ayuda de Alemania a España, como a Grecia, responde al deseo de no empujar al abismo a países de vital importancia económica para Berlín. Los auténticos dueños del capital, que han provocado la crisis para pasar al nuevo sistema neoliberal, no desean ni una Europa demasiado fuerte ni tampoco arruinada. La señora Merkel, que en realidad también mueve importantes hilos del FMI, alaba la dureza de las medidas  de austeridad de Rajoy, que machaca a las capas bajas y deja indemnes a los ricos. En los círculos políticos alemanes apenas se menciona la corrupción en España. Se ignora si la señora Merkel habrá hablado sobre el tema con el presidente del Gobierno español y del partido hermano PP, aunque la corrupción puede desestabilizar no sólo las finanzas de un país, sino las de sus socios. Un pésimo ejemplo para el PPE.
                                                                                                                                                                                      

   

     

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