sábado, 28 de junio de 2014

Atalaya: Presente histórico


Tendríamos que equivocarnos mucho si  decimos que en España, por fin, ha comenzado el presente histórico. Felipe VI representa a la joven generación de españoles que no viven de olvidar o ignorar el trágico pasado de la dictadura de un hombre que convirtió a España durante cuarenta años en un páramo de crueldad, de terror, de ambiciones espurias de un poder robado a su legítimo dueño, el pueblo. Un hombre que se vengó con la persecución, las torturas y el asesinato de quienes eran fieles al poder legítimo, la República, contra la que perpetró  un cobarde golpe de Estado y que venció tras una cruenta guerra civil con la ayuda directa de la Alemania y la Italia fascistas e, indirectamente, con la de las llamadas democracias occidentales y su artera política de no intervención.

El rey Juan Carlos I tuvo la visión y el valor de volcar al régimen dictatorial, que había enajenado a casi más de la mitad de los españoles, ya no deseado en España ni en el Extranjero. Muy buenos fueron los asesores españoles y extranjeros del monarca (en especial la República Federal de Alemania), que hicieron posibles los deseos del don Juan Carlos de liquidar la dictadura e iniciar el difícil camino de la democracia, con una transición pacífica, aunque, eso sí, con los obstáculos de los poderes fácticos del anterior régimen, que poco a poco, con gran tacto, fueron desmontados. Pero la transición, en la que todavía vivimos, no ha acabado todavía con la Constitución de 1978. Todavía quedan restos del franquismo (también miedo), aunque cada vez menos. Con Felipe VI deberá desvanecerse la ya tenue sombra del franquismo, dando por concluida la fase transicional para que España, por fin, marche por el camino de las demás democracias y ocupe con todo derecho el lugar que le corresponde en Europa.
 
Felipe VI dijo en su discurso que la monarquía sería renovada para un pueblo renovado. Si el joven monarca consigue su objetivo, hábilmente preparado por su padre don Juan Carlos, no será imposible una España unida en su diversidad. Y superada la actual crisis, con medidas prudentes y equitativas por un gobierno a la altura de los nuevos tiempos, los españoles, que tanto han sufrido en su Historia, podrán mirar a un futuro político, económico y social esperanzador y con la libertad y la paz que se merece la laboriosa  España.

Felipe VI, máximo exponente de las jóvenes generaciones, hace obsoleto el recuerdo de aquella vieja España con su sola presencia en el timón de nuestro país. Él habrá de ser, con su consolidación de la democracia, la persona de referencia para todos los españoles con sus diversas lenguas y culturas. Es posible ver en la persona del culto y moderno Felipe VI un nuevo renacimiento político de un gran país, cuyas raíces históricas se remontan a milenios. Una gran responsabilidad sobre los hombros del nuevo rey español.
 
 

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