Papa Francisco: ¿Cambio en la
Iglesia o estrategia política?
Un año después, con la
renuncia de Benedicto XVI por medio, las
tornas han cambiado mucho en la Iglesia católica. El nuevo obispo de Roma,
quien fuera cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, ha transformado el discurso
eclesiástico en austero y aparentemente cercano al pueblo llano.
AUSTERIDAD
Francisco ha querido romper con la imagen ostentosa del
anterior pontificado con un giro hacia la austeridad. Desde el
13 de marzo de 2013, cuando fue nombrado papa en sustitución de Joseph Ratzinger, quien renunció al pontificado en una
decisión histórica, Bergoglio ha querido cambiar con todo eso.
El día de su proclamación, comenzó a hacer patente su
vocación franciscana renunciando a todo tipo de lujos: desde el trono de oro
usado por su antecesor hasta la tradicional cruz de rubíes y diamantes. Cambió
el anillo del Pescador de oro por uno de plata y renunció a la estola roja
bordada en oro, a la esclavina roja y a los zapatos, también rojos, que usó Benedicto.
En su lugar, prefirió zapatos negros y ropas más sencillas.
Una austeridad que ha querido mantener también en su
viaje a Brasil durante la última semana de julio, para presidir la Jornada
Mundial de la Juventud. Renunció
al clásico papamóvil porque no quería ser visto a través de cristales y puso en serios apuros a los servicios de seguridad brasileños. "Fui
a ver el 'papamovil' y estaba con vidrios. Nadie puede visitar a sus amigos en
una caja de vidrio, no podría venir a visitar, a este pueblo que tiene un gran
corazón, dentro de una caja de vidrio", aseguró.
Tampoco aceptó pasar su primera noche en Río de Janeiro
en una habitación de lujo que le habían preparado. En su lugar, prefirió una
estancia de 45 metros cuadrados bastante más austera.
CONTRA LA "IDOLATRÍA DEL
DINERO"
"La iglesia siempre se tiene que reformar, sino se
queda atrás. Hay cosas que servían para el siglo pasado u otras épocas y ahora
no sirven más, entonces hay que reformarlas", ha llegado a decir.
"Quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera, quiero que la
iglesia salga a la calle", aseguró antes de partir de Brasil a Roma.
Y a los indignados, envió el siguiente mensaje de apoyo:
"Un joven que no proteste no me gusta, el joven tiene la ilusión de la
utopía y la utopía no siempre es mala". El joven tiene más frescura para
decir sus cosas, un joven esencialmente es disconforme y eso es muy lindo y hay
que escuchar a los jóvenes y cuidarlos".
De hecho, Francisco se ha mostrado abiertamente opuesto
al poder y el dinero que imperan en el capitalismo, lo que ha denominado
"feroz idolatría del dinero". "Una política mundial muy
impregnada del protagonismo del dinero. Quien manda ahora es el dinero".
Ligado a esto, ha alertado en numerosas ocasiones del
alto desempleo juvenil, que considera "alarmante" y que ahonda en la
pobreza mundial. "Hay chicos que mueren de frío en el invierno y eso no es
noticia, pero si bajan tres o cuatro puntos las bolsas de las grandes
capitales, eso sí es noticia. No debemos caer en una globalización de la
indiferencia".
¿GIRO PROGRESISTA O POSTUREO?
Quizás este discurso cercano a los humildes no resulte
novedoso, lo que sí sorprende son sus declaraciones sobre temas espinosos para
la Iglesia, como el matrimonio homosexual o la laicidad del Estado.
"¿Quién
soy yo para juzgar a un gay?", ha
asegurado este lunes en una conversación de hora y media con periodistas en el
avión de regreso a Roma. Pese a mostrarse contrario al lobby gay, ha mantenido
un respeto hacia los homosexuales que nadie esperaba: "Si una persona es
gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla. El
Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas
personas y que deben ser integradas en la sociedad". Y ha puntualizado que
el Catecismo sostiene que "la orientación sexual no es un pecado",
pero que "sí lo pueden ser sus actos".
Sin embargo, no se puede obviar que Bergoglio, antes de
ser nombrado papa, lanzó duras críticas al matrimonio homosexual, que definió
de "movida del diablo", con frases como estas:
"No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha
política; es la pretensión destructiva al plan de Dios"
"Está en juego la identidad, y la supervivencia de
la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán
discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se
diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de
Dios, grabada además en nuestros corazones".
En el mismo sentido, ha querido mostrarse cercano a los
no creyentes defendiendo la laicidad del Estado porque considera que éste,
"sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la
presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones
concretas".
Sin embargo, desde su llegada al pontificado, no se ha
observado un cambio de mayor aconfesionalidad en las relaciones Iglesia-Estado.
Nada en el discurso eclesiástico ha variado en estos meses.
Francisco ha asegurado a los periodistas que el papel de
la mujer "no es sólo la maternidad" pero ha cerrado la puerta al
sacerdocio femenino porque sobre este tema "la Iglesia ya ha hablado y ha
dicho no". Relega, de ese modo, el papel de la mujer a esta formulación:
"La mujer debe ser algo más, la Virgen María era más importante que los
obispos y curas".
A su vez, ha mencionado a los divorciados afirmando que
"pueden tomar la comunión sin problemas", pero ha pedido misericordia
para ellos porque es aún un tema a tratar por la Iglesia.
Fuente: El Huffington Post (HuffPost)