Este fin de semana, en el transcurso de una cena de viejos amigos, dos de ellos, votantes del Partido Popular, confesaron que votarían, sí o sí, a Vox, y un tercero dudaba entre Vox y Ciudadanos. Incluso siendo un biotopo a medida, el caladero sociológico natural para esas ofertas, estadísticamente da que pensar. Vox, más que un refugio de disidentes, puede ser un destino cautivador para descontentos. A la clientela conservadora más frustrada por el pragmatismo posibilista del Marianato, esa partitura de Vox fiel a las víctimas del terrorismo, contra el estado de las autonomías y el abuso de la casta, debe sonarles a música celestial. El portazo de Vidal-Quadras, que soportó el Pacto del Majestic porque creía en Aznar pero no la doctrina Parot por falta de fe en Rajoy, ha redoblado su eco con Mayor Oreja. No es que sean John Lennon y Paul McCartney desarmando los Beatles, pero han retratado al PP en su laberinto a gusto de su gente más hastiada.
El PP está perdiendo votos por toda la cartografía física e ideológica de su mapa electoral: del centro a la ultraderecha, del Cabo de Gata a Finisterre, de los liberales a los democristianos, de Lanzarote a Sitges. El revés sanitario en Madrid ha puesto los focos en una gestión fallida de revés en revés, de Eurovegas a los Juegos Olímpicos con el 'relaxing' bochorno de una alcaldesa sin credibilidad. En Andalucía, apenas dos años han bastado para dilapidar su trabajadísima victoria en urnas, ahora sin liderazgo ni discurso. En Valencia no cesa el desgaste de los escándalos, con más de un centenar de imputados y sus figuras históricas embarradas en mil enredos. En Cataluña han cedido el sitio a Ciutadans; y en el País Vasco acaban de protagonizar una ruptura emocional con la herencia de Ermua. Por el centro sufren con la Ley del Aborto y además las leyes de Seguridad y Educación; por el flanco liberal, con los impuestos y el intervencionismo; por el democristiano, con la renuncia a los valores; y por el ultraconservador, con el argumentario de Vox.
La fuerza del Partido Popular ha emanado de encarnar a toda la derecha desde el centro, funcionando como un 'catch-all party' a la americana, un partido 'atrapalotodo' capaz de integrar a numerosas corrientes ideológicas. Ahora hace aguas. De momento su confianza se sustentaba en que la recuperación del socialismo descacharrado tardaría más que los brotes verdes, pero hay poco margen para las europeas, y las encuestas aprietan. La estrella emergente de la izquierda, Susana Díaz, ha espoleado a su partido persuadida de que una derrota en mayo dejaría tocado al Marianato, del que se aleja también Aznar y otros a rebufo. Demasiadas grietas ya como para una solución de parcheo; y sobre todo, desgobernada la nave, con el capitán de perfil ante la tormenta.
Fuente: Diario SUR (El Mirador)
Autor: Teodoro León Gross
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