Lo que estamos viviendo en Europa no es sólo una gran crisis, sino el restablecimiento de un nuevo sistema económico, que podría calificarse de “neofeudalismo”.El feudalismo es como se denomina el sistema político y económico instalado en la Europa Occidental entre los siglos IX al XV.
En la mitad de la Edad Media había quedado obsoleto el sistema de dominio, de patrimono, de producción (especialmente agrícola). La esclavitud o el siervo de la gleba, a cuya manutención estaba obligado el señor (inaccesible para el pueblo bajo) en su almenado castillo. A la larga, los nobles y los jerarcas de la Iglesia comprendieron que era más rentable un siervo libre, que tenía que buscarse la vida y que era más fácil de explotar, dada la tremenda pobreza.
El feudalismo era un complejo sistema formado por la clase alta (los nobles) y la baja, la gleba. Los nobles, también los del capello cardenalicio, disfrutaban de un inmenso poder sobre sus “inferiores”, los vasallos, que también podían ser otros nobles menos poderosos. En Europa eran por aquellos tiempos numerosas las batallas entre nobles que se negaba a pagar vasallaje a otro más fuerte. Un derecho no cuestionado por la Iglesia era el llamado “derecho de pernada” (o derecho de la primera noche), que permitía al señor feudal yacer con la esposa de un súbdito antes que él en la noche de bodas.
En fin, no regresarán esos fantasmas del pasado, pero el capitalismo sigue los caminos del mayor lucro, aún a costa de destruir a la clase media, y parece que volverán los tiempos del proletariado y de las “guerras”. Las actuales relaciones laborales elaboradas por el gobierno Rajoy con los contratos precarios y "basura" tienden a ampliar el número de pobres y proteger a los ricos y poderosos, si es preciso con leyes democráticamente peligrosas.
El problema en España tiene dos vertientes: una interna (la corrupción), otra, la derivada de la burbuja del ladrillo. A eso se añade la crisis general en la UE. Algunos síntomas indican que Rajoy también podría seguir la senda del nuevo feudalismo. Adiós entonces a la democracia y la paz social.
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