jueves, 19 de septiembre de 2013

Atalaya: La política




En el siglo XXI tiene muy mal cartel la política, tan vital en tiempo de los griegos y de los romanos, para dilucidar, encauzar y resolver los asuntos de los ciudadanos (como ustedes saben “política” procede del vocablo griego “polis”= “ciudad”), en plan de igualdad de derechos.

 Los hay quienes tienen a bien ser apolíticos, sin darse cuenta de que con su actitud están haciendo política en favor de los enemigos de la democracia. A otros lo que menos les importa es el bien común, la meta de la política. En la política han hallado un fácil ganapán sin que nadie sepa hasta la fecha por qué perciben esas  pensiones y sueldos (más sobresueldos). Existe otra categoría de ciudadanos para quienes la política es intriga, urdir tramas en perjuicio de otro y en beneficio propio. Políticos hay para quienes la política es la licencia para mentir descaradamente, perjudicar a los menos privilegiados, haciéndoseles creer con sonrisitas de caimán que se trata de una política que les beneficia (por ejemplo, desmontar la Sanidad Pública o dinamitar la enseñanza pública en España).

 También hay quienes están ya hartos de la política, que por culpa de los politicastros han perdido sus viejos ideales, pero algún poso ha debido quedar cuando no se han sumado a la tribu de los apolíticos. En algún rincón de su cerebro estará encendida la señal de que sin política se adueñarían del poder aquellos que sólo conocen una política: la dictadura, el terror ejercido por el “partido único” y la barbarie.

 Es curioso el desprestigio general en que ha caído la política, que para mí es la cuna de la democracia. Y es curioso también el distanciamiento que se está dando respecto a la socialdemocracia, a la que las clases más humildes deberían agradecer lo mucho que los socialistas han hecho por ellas (contra la tenaz oposición de los conservadores). En vez de agradecimiento, los asalariados que han conseguido ser clase media, votan a las derechas. Por la crisis y el estallido de la burbuja del ladrillo, los votantes, sin ningún sentido de la política, dieron la espalda al PSOE y eligieron al derechista PP. Ahí están sus desastrosas “reformas en favor de los socialmente débiles”. ¡Qué poco se quejan los empresarios (CEOE) de los recortes de Rajoy!

 Pero la mala reputación que está teniendo la política en la sociedad, no se reduce sólo a España. Amigos extranjeros, con quienes he comentado el asunto, me confirman que la gente hace gestos de hastío o de disgusto cuando se habla de política. Esta semana tienen lugar en Alemania elecciones al Parlamento (Bundestag). Frau Merkel (CDU, Unión democristiana) ha experimentado un fuerte empuje hacia arriba después del triunfo de Seehofer en los comicios regionales bávaros. La CSU (Unión social cristiana) es el partido más conservador de Alemania. Me pregunto si los bávaros son tan ricos. El socialdemócrata SPD va por el 20%. En un distrito de Sajonia se da el curioso fenómeno de que, aun siendo  los más pobres de Alemania, los electores votan mayoritariamente a la derecha.

 La política es una asignatura pendiente para todos. Están llamados todos los partidos democráticos. Sin una política acreditada (aquí estamos fallando todos los demócratas), no será viable la auténtica democracia en ningún país. ¿Queremos volver al feudalismo o al totalitarismo? El primer paso para evitar retrocesos en el progreso es acabar con la ignorancia política entre la ciudadanía.


 

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