jueves, 20 de diciembre de 2012

Atalaya: La democracia se aprende



Durante la transición, los españoles dieron al mundo un ejemplo de sensatez. Pero conforme avanza la democracia en España se observa una falta de madurez política, no sólo por parte del ciudadano, sino, lo que es más grave, por lo que respecta a la llamada clase política.

Una mayoría de los ciudadanos desconoce su Carta Magna (Constitución) y gran parte de las instituciones democráticas. Sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, como demuestra el amplio malestar social existente hoy día en el país. Pero sólo una minoría es activa y toma las riendas de protestas justas.

En Alemania existe un manual de ducación cívica (“Staatsbürgerkunde”), en el que en escuelas, institutos y universidades puede aprenderse qué es la República Federal de Alemania y sus instituciones: Ley Fundamental (Constitución), Tribunal Constitucional, Parlamento Federal (Bundestag), Cámara de los Länder (Bundesrat), Presidente de Alemania, etc. Algo parecido debería existir también en España. Quizá en las próximas generaciones desaparecerían “vicios” como confundir libertad con libertinaje (“botellón”), a menudo mala educación o falta de respeto al conciudadano, en vez de un diálogo sensato que evite la disputa. Pero los vicios más graves son la llamada “violencia de género”; la violencia contra los padres, con los que a veces se vive a los 40 años o más (paro, abandono social…), y agresiones a los profesores, que deberían ser considerados como autoridades.

El primer fallo que urge corregir en la democracia española es la corrupción, en la que también participan destacados políticos. La palabra dimisión parece no existir en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).

No hay comentarios:

Publicar un comentario