Todas las religiones están plagadas de disparates, absurdos, contradicciones, y los fieles, cuanto más fanatizados menos críticos; no se dan cuenta de las tonterías que dicen o que les dicen. El cristianismo, en especial el catolicismo, no es una excepción. Los disparates como la concepción del presunto Jesús o la "Santísima Trinidad" intentan ser explicados por los teólogos mediante un lenguaje rabulístico, desarrollando teorías propias de la ciencia ficción (Borges). Cuando los teólogos no son capaces de racionalizar lo irracional hablan de "misterio" y algún que otro papa lo instaura como dogma de fe, terrible absolutismo ideológico para los creyentes, que han de tragarse a pies juntillas los absurdos que les inculcan desde la más tierna infancia. Renuncio a una relación exhaustiva de estos absurdos, en los que suele jugar un esencial papel ese gaseoso concepto de Espíritu Santo, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Así, el tal Espíritu cometió, hace unos 21 siglos, la proeza de una perfecta fecundación in vitro. Pero dejemos este asunto, ya suficientemente tratado y acerca del cual sólo cabe una sonrisa. Pero en estas líneas, este asunto juega un papel esencial. En el rosario, los beatos y beatas, repiten sin pensar: "Santa María, Madre de Dios..." (El rosario es uno de los métodos más eficaces -como la meditacíón- para hipnotizarse a sí mismos, cayendo en trance, calificado de "estado de gracia").
"Madre de Dios" es un auténtico absurdo, sobre todo si se tiene en cuenta el papel secundario reservado por los Padres de la Iglesia a la "Virgen María" en la llamada Trinidad. El puesto de María lo ocupa el etérico Espíritu Santo (mucho se han roto la cabeza los teólogos,empezando por San Agustín, tratando de comprender ese galimatías, inventado en los primeros siglos del cristianismo, cuando los cristianos se apoderaban de elementos del culto egipcio de Isis, Osiris y el hijo de ambos: Horus; ésta sí era una perfecta trinidad). Incluso si asumimos la postura de un creyente, Dios no tiene madre, porque Dios "es el que es", no tiene principio ni fin. Todos, incluso el presunto Jesús, somos sus criaturas. También "la Virgen María" es una creación de Dios.Y,prescindiendo de lo fantástico de los Evangelios y leyéndolos racionalmente, no encontramos nada que pudiese demostrar que aquel Jesús de Judea se hubiese designado a sí mismo como "Dios". Por lo que hemos leído,él se llamaba "hijo de Dios", una designación muy corriente entre los romanos destacados, llegando incluso los emperadores a calificarse de dioses. Por lo tanto, si "la Virgen María" fue realmente la madre del "Salvador", no por eso era la madre de Dios. Vuelvo a mi postura crítica-racional. Las religiones, incluido el catolicismo, viven del deseo de consolación de los humanos, que por superar sus miedos -principalmente el de la muerte- están dispuestos a comulgar con ruedas de molino. Pero esto no es sólo así ahora, lo ha sido siempre en todas las religiones de la (remota) antigüedad con los dioses entonces vigentes. El siglo XXI no es una excepción. Mientras no se creen ideales dignos de seguir, mientras el hombre no descubra la auténtica humanidad, seguirán siendo necesarias las religiones y sus desviaciones: el fanatismo, la ignorancia y el oscurantismo.
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