El llamado nacionalcatolicismo se gestó durante los ocho siglos de lucha de los caballeros cristianos contra la ocupación musulmana de casi toda la Península Ibérica. Con la culminación de la "reconquista" por los llamados Reyes Católicos, los del "tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando", con la derrota del último rey moro, Boabdil El Chico y la toma de Granada en 1492, el nacionalcatolicismo está ya perfectamente consolidado. La Iglesia luchó en plan de igualdad junto a los caballeros cristianos, era una Iglesia combativa que lo mismo manejaba la espada que enarbolaba la cruz. Ocho siglos de contacto bélico con los musulmanes no podían pasar sin dejar alguna influencia en el cristianismo (catolicismo) de aquella época. Los católicos asumieron del islam la pretensión de totalidad y conquista y la inclinación por el Estado teocrático (que en la práctica es una auténtica dictadura de la religión sobre el individuo (véase Irán). Junto a la ineptitud e incluso la cretinez de los reyes extranjeros aupados al trono de lo que ya podía llamarse España, el nacionalcatolicismo tuvo gran culpa del atraso y la pobreza de los españoles, al tiempo que crecía la riqueza de la nobleza amiga de la Iglesia. Para imponerse a toda la sociedad como poder absoluto, el nacionalcatolicismo español disponía de instrumentos tan horribles como el "Santo Oficio", más conocido como la "Inquisición". Durante el caos de la masacre fratricida española (1936-1939), turbas incontroladas descargaron su odio contra la Iglesia católica asesinando a más de mil sacerdotes y monjas, que en la mayoría de los casos eran buenas personas, que incluso estaban al lado del pueblo, aunque no compartiesen los ideales republicanos. Pero los representantes de la Iglesia católica se vengaron brutalmente, permitiendo que Franco fusilase sin juicio ni nada a decenas de millares de republicanos. Con Franco, el nacionalcatolicismo español alcanzó su apogeo y su máximo poder. Por consentimiento de Franco, el nuevo Estado fascista fue declarado católico. (Mientras, el papa Pío XII confirmaba la designación de "cruzada" a la repugnante matanza entre españoles). El "caudillo" era paseado bajo palio y la jerarquía eclesiática le saludaba con el brazo en alto, el saludo nazi y fascista italiano. Digamos de paso que el traidor general no sólo copió el saludo fascista. Los nazis ayudaron a montar el mayor, más eficiente y más cruel aparato de represión conocido jamás en España: la policía política (como la Gestapo hitleriana), la"justicia" franquista (todavía hoy, con la democracia, jueces franquistas, incluso del temido TOP -Tribunal de Orden Público-, ahora del PP, siguen dictando sentencias y mayorizan el Consejo General del Poder Judicial, CGPJ). También el gran aparato de propagnda del régimen, Radio Nacional de España, fue un regalo del siniestro mentiroso de la propaganda nazi, Goebbels.
Con la transición a la democracia y la Constitución de 1978, desapareció en sí el régimen franquista. Pero el retorno a una democracia plena fue lento y cauto, pues los poderes fácticos (Ejército e Iglesia) aún eran fuertes. Hoy, el único antiguo poder fáctico que se niega a reconocer que los tiempos han cambiado en España, es (como el actual PP) un sector de la Iglesia católica, nacionalcatólico y reaccionario. El sector está encabezado por los cardenales Rouco y Cañizares, que aspiran a restablecer su influencia sobre el Estado e imponer a toda la sociedad española sus "creencias" y "principios morales". Tienen miedo de que la sociedad española sea laica. Ya en la Constitución de 1978 se establece que el Estado Español es aconfesional. Pero en realidad, España nunca ha dejado de ser, hasta nuestros días, de hecho un "Estado católico". La Iglesia ejerce una influencia increíble sobre las tiernas mentes de los niños, influencia que también quiere extender a los cerebros de los jóvenes. De ahí la guerra por la asignatura de "religión". La Iglesia católica recibe del Estado importantes sumas en subvenciones (la nueva normativa del "impuesto religioso" es un engaño: será Hacienda ( es decir, todos los ciudadanos) quien pagará a la Iglesia por los contribuyentes que hagan la crucecita en la correspondiente casilla), lo cual es una inadmisible discriminación de las otras religiones existentes en España, que oficiamente parecen no existir. Con el gobierno pepero del ex presidente Aznar, el nacionalcatolicismo español estuvo a punto de remontar su vuelo. Por eso, la Iglesia católica apoya al PP en todo lo que puede: especialmente a través de la sucia y casi oscena campaña de la emisora de los opispos, la COPE, contra José Luis Rodríguez Zapatero y su gobierno socialista. Es un hecho casi insólito en nuestro entorno europeo, (excepción, Polonia, pero sólo con contenidos religiosos) que la Iglesia Católica disponga de una emisoria de ámbito nacional, en la que se haga política y se transmita la más denigrante propaganda contra el adversario político. El PP, a su vez, apoya en todo lo que puede al nacionalcatolicismo ibérico, participando, por ejemplo, en las masivas manifestaciones, que convocan los obispos ultras con la ayuda de su ingénua clientela (los padres católicos de familia), y pidiendo la primacía de la religión católica y sus principios morales (en el PP también hay divorcios, amantes, reconocimiento social de la condición homosexual y matrimonios gays, gracias a la libertades conseguidas por el PSOE).
Los nacionalcatólicos podrían ser un peligro para la demcracia española si volviese a gobernar en España individuos como Aznar con su ultra fundación >con< FAES, actualmente pluriempleado multimillonario y "asalariado" del plutócratra norteamericano Murdochs...pero eso sí, militante nacionalcatólico hasta la médula.
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