Resultan cuanto menos sorprendente las prisas que se da el PP en aforar a su ex majestad, el rey don Juan Carlos. En solitario, gracias a su mayoría absoluta, el gobierno de Rajoy ha sacado el asunto adelante. ¿Por qué tanta premura? Es que don Juan Carlos I piensa delinquir después de su abdicación? Según la nueva ley, las salas de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Supremo serán las encargadas de tramitar y enjuiciar las acciones penales y civiles que se dirigieran contra él.
Se comprende que el ex monarca necesite guardaespaldas y especiales medidas de seguridad. Pero ¿también ante los jueces? Con sus prisas, Rajoy está ayudando a brotar rumores, aunque hasta el más apolítico sabe que es una férrea norma de la política seria impedir los chismorreos. ¡Menudo manjar para la prensa y TV del corazón! Nadie tiene derecho a inmiscuirse en la vida privada de nadie.
Con su apresuramiento, el PP hace un flaco servicio, no sólo a la persona de don Juan Carlos I, sino a la Corona heredada por su hijo, Felipe VI. El PSOE ha sido consecuente al no votar el aforamiento y abstenerse. Quizás los socialistas tengan más confianza en el futuro comportamiento del ex monarca.
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