lunes, 22 de diciembre de 2014

Cultura: Fallece un gran músico




Ayer tarde me enteré por la prensa alemana del súbito fallecimiento de un gran cantante y compositor que sucumbió a un infarto mientas daba un paseo. Muchos de ustedes no habrán jamás oído hablar de él. Sin embargo, en países de habla alemana,  Udo Jürgens era un mito desde hace casi medio siglo.

Su fulgurante carrera comenzó en el mismo momento en que ganó el Festival de Eurovisión 1966 representando a Austria, su tierra natal, con la canción compuesta por él mismo: “Mercie chérie”. Desde entonces no paró de trabajar, ya sea actuando ante el público en giras maratonianas o  tecleando su piano en su estudio hasta conseguir arrancarle esas melodías que tanto gustaban a la audiencia que acudía en masa a presenciar sus conciertos o sus musicales. Claro que también componía canciones para otros artistas, entre ellos los famosísimos Bing Crosby, Frank Sinatra, Samy Davis junior y Al Martino. En total compuso unas 1.000 canciones y él mismo vendió más de 100 millones de discos.

Udo Jürgens, nacido en 1934 en el seno de una familia austríaca burguesa y acomodada (vivían en una vasta y señorial alquería cerca de Klagenfurt, en el land de Carintia), fue uno de los primeros artistas en Centroeuropa capaces de llenar megasalas con un aforo de más de 10.000 personas. Legendarios eran sus bises cuando Udo –una mezcla entre cantautor y cantante melódico–, volvía a salir al escenario recién duchado, con el cabello húmedo y vestido de un albornoz blanco, con sus fans aplaudiendo a rabiar y coreando sus títulos más emblemáticos, como "Griechischer Wein" (Vino griego), "Siebzehn Jahr, blondes Haar" (17 años, cabellos rubios) o "Ich war noch niemals in New York" (No estuve nunca en Nueva York).
 
Su autobiografía “Der Mann mit dem Fagott” (El hombre con el fagot) fue un best-seller, del que en 2011 se hizo una miniserie para la televisión que tuvo un enorme éxito de audiencia. Para los que no lo sepan, el fagot es un instrumento de viento que Jürgens, que domina varios instrumentos, solía tocar de joven.

En su vida privada, Udo Jürgen era conocido por su especial predilección por las mujeres mucho más jóvenes que él. Se casó y se divorció dos veces. Él mismo decía que no estaba hecho para el matrimonio porque, según confesaba, era un mujeriego empedernido. Quizás, por eso mismo, llevaba mal el envejecer y, cuando no actuaba, vivía bastante retirado en su magnífico chalet de Sumilkon, en la Suiza alemana, a orillas del lago de Zúrich.

Puede que este año de trabajo exhaustivo, de prolongada gira por tierras de habla alemana (estaban previstos conciertos hasta abril de 2015) con motivo de sus 80 años, haya sido demasiado estresante para el corazón de este gran músico.

Los que te hemos visto dándolo todo, “en concierto” o en la televisión, nos acordaremos mucho de ti, querido Udo. Descansa en paz.
 
Margarita Rey
 
 

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