Pocas horas después de los atentados de París, el rotativo francés Le Figaro publicó las declaraciones de un supuesto testigo ocular. Según él, pudo verles la cara a dos hombres dentro de un automóvil, el conductor y el copiloto, poco antes de perpetrarse la matanza en el Bataclan.
Al parecer, vio que como un coche con matricula belga aparcaba de forma incorrecta delante del restaurante Cellar, en la 9 rue Crussol, a solo tres minutos del teatro Bataclan, El testigo se acercó para decirles que estaban mal estacionados, pero los dos individuos no abrieron la ventana y le miraron de mala manera. Los dos ocupantes del vehículo tenían apariencia de europeos, posiblemente convertidos al islam. Uno de ellos tenía una barbita. Ambos vestían al estilo europeo. Uno de ellos llevaba una camisa negra y la cabeza cubierta con un pañuelo. Su aspecto le causó una gran impresión: parecían muertos vivientes, como si estuvieran drogados.
Este testimonio, cuya exclusiva con vídeo publicó ayer en su web el periódico Le Point y de la que se hicieron eco aquí en España los diarios ABC y El Mundo, podría dar una pista del porqué de esas jeringuillas, agujas hipodérmicas y tubos de intubación encontrados en las habitaciones de un hotel funcional en Alfortville (Valle del Marne), reservadas por Salah Abdeslam, de 26 años, el hombre más buscado de Francia por su presumible participación activa y pasiva (como autor intelectual de la matanza) en los atentados de Paris. Dichos objetos se encontraban encima de una mesa redonda y ahora la policía técnica y científica tendrá que determinar si sirvieron para confeccionar los cinturones explosivos o bien para inyectarse droga, lo que explicaría la apariencia de zombis de los dos sujetos avistados en las cercanías del Bataclan.
Llama la atención que ya en el atentado de Túnez del pasado 26 de junio, Seifeddine Rezgui, el terrorista que acribilló a tiros a 38 personas, “parecía estar drogado en el momento del ataque” y "se reía de manera histérica mientras sacaba fotos de los muertos", según manifestaron inequívocamente una testigo británica y uno de los guardias que dispararon contra Rezgui.
Movida por la curiosidad, me puse a rebuscar en la prensa francesa y encontré en el semanario Le Nouvel Observateur del pasado 22 de mayo un artículo muy interesante titulado “Le Captagon, la potion magique des djihadistes“, en el que se explica de forma comprensible para los lectores qué es el Captagon, para qué sirve y quiénes utilizan la droga.
Resumiendo los datos, vamos a quedarnos sólo con lo que hay que saber sobre esta droga-milagro. Inicialmente se creó en 1963 como medicamento contra la falta de concentración y la narcolepsia. Sin embargo, en 1986 la OMS lo puso en la lista de sustancias psicotrópicas y estupefacientes. Su fabricación y venta fueron prohibidas en la mayor parte de países occidentales, entre ellos España y Francia.
Por lo visto esta anfetamina, conocida únicamente en el Oriente Medio, es consumida de forma masiva por los combatientes de IS, al tiempo que les sirve para financiar la guerra. Está probado que sus efectos son múltiples: produce un subidón que permite luchar sin cansarse y elimina el miedo, el dolor y el hambre. Los yihadistas la utilizan para mantenerse despiertos, para controlar los nervios y aumentar su potencia sexual. Con este psicoestimulante las milicias pueden pasar días enteros sin comer ni dormir. Sin embargo, conservan vivas y frescas todas sus fuerzas, sin necesidad de descansar para regenerarse antes de seguir combatiendo.
Debido a su bajo precio de venta (un comprimido cuesta entre 5 y 20 dólares), esta peligrosa droga ha ido ganando adeptos en Siria hasta el punto de que incluso la población civil la consume para evadirse psíquicamente de los horrores de la guerra y de las presiones económicas que se viven en el país. De hecho, la fabricación de Captagon ha aumentado un 90% en lo que va de año. Hasta 2011 el Captagon se fabricaba en el Líbano. Entretanto, los productores y traficantes se han mudado a Siria donde el caos se ha convertido en el mejor camuflaje para las fábricas de la anfetamina.
Actualmente, el Captagon es una de las principales fuentes de financiación de los yihadistas (9 millones de dólares según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), ya que una gran parte se exporta al extranjero, sobre todo a los países del Golfo, con Arabia Saudí a la cabeza.
Teniendo en cuenta que un saco de 200.000 píldoras se vende por aproximadamente 1,2 millones de dólares, mientras que su fabricación cuesta tan sólo unos pocos miles, podrán darse cuenta de lo importante que es ese enorme margen de beneficios para la economía del Estado Islámico.
Para no alargarme más, les sugiero invertir seis minutillos de su valioso tiempo y clicar sobre el enlace para ver el interesante vídeo de Santiago Camacho sobre el Captagon publicado en DIAS EXTRAÑOS y colgado en YouTube. Les aseguro que no quedarán decepcionados.
Margarita Rey
No hay comentarios:
Publicar un comentario