sábado, 28 de marzo de 2015

Atalaya: Andalucía




La Junta de Andalucía es la Autonomía española con más territorio. El otro domingo se celebraron elecciones autonómicas y municipales. Ganador, aunque sin mayoría absoluta, resultó el PSOE de Susana Díaz, mientras que el PP recibió el mayor estacazo de su historia. Podemos consiguió una puntuación muy por debajo de sus expectativas de voto, pero que le convierte automáticamente en uno de los hipotéticos candidatos a socio del PSOE en el parlamento andaluz. Pero de momento, no habrá coaliciones ni  pactos, según anunció la presidenta Díaz, que -por su estado de gravidez- tampoco podrá, al menos hasta que dé a luz, acometer reformas a largo plazo.

Andalucía tiene estatus de nacionalidad histórica. En España, que no quiere ser tildada de racista, cuando se trata sobre todo de africanos, existe en realidad un racismo “interprovincial” o “interlocal”. Así, al contrario que los catalanes, ante los cuales, a pesar del señor Mas y sus independentistas, en la opinión pública del resto de España predomina el respeto, los andaluces sufren secularmente la fama de ser vagos, de vivir del cuento del flamenco, de, por su gracejo, hacerse los simpáticos (incluso ha habido un periodista facha  que escribió que sin la castañuela no habría Andalucía).
 
Todo lo negativo que se diga de Andalucía se debe tal vez al saber vivir del pueblo andaluz, capaz de la mayor alegría y de la más honda tristeza (cante jondo”). El andaluz es trabajador y sufrido (aunque tampoco falte la picaresca). Tal vez haya  heredado de los árabes el saber aceptar el sino como voluntad de Dios (“kismet”).
 
Andalucía es un crisol de etnias y culturas, habiendo sido una potencia desde el comienzo de nuestra era: tartessos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, germanos, árabes y gitanos contribuyeron esencialmente a la Andalucía de hoy, donde, por supuesto, hay de todo: desde el más miserable terrateniente y explotador empresario, al pobre  peón que reparte su comida con el compañero o al trabajador que con muchos sacrificios deja que estudien sus hijos, para que su generosidad pueda dar después a España grandes investigadores, siempre que no emigren a Alemania porque en la España del PP se desprecia la inteligencia.
 
Por todos los tiempos, Andalucía seguirá siendo recordada en todo el mundo como el lugar desde el que resplandecieron poetas mundiales como Antonio Machado o Federico García Lorca, entre otros muchos.
 
 
 
 
 

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