viernes, 12 de septiembre de 2014

Atalaya: Agosto caliente





No cabe duda de que la canción de este verano es “Pujol, su esposa y Pujolitos”. Casi toda  España se ha quedado boquiabierta de que el “ex honorable” Presidente de la Generalitat catalana guardaba en Suiza,  Andorra y otros paraísos fiscales más de mil millones de euros, procedentes, supuestamente, de una herencia. Según Pujol, que, en treinta y tantos años no había tenido tiempo de hacer los pertinentes trámites con Hacienda. El señor Montoro sonríe. El sabrá por qué. El “ex honorable” Presidente catalán fue en su día de gran utilidad a Felipe González y a Aznar para tener mayoría absoluta en el Congreso. Seguramente  por eso miraron entonces hacia otro lado, a pesar de que todo el mundo parecía saber que "algo olía a podrido" en la Generalitat y no sólo desde el escandaloso caso de Banca Catalana, que fue archivado. El culebrón de Pujol promete ser largo y complicado.

Pero en este verano han ocurrido y ocurren cosas más importantes en el mundo, especialmente en el Oriente Medio donde la aviación israelí ha castigado duramente a Gaza, con centenares de muertos y heridos, en venganza por el lanzamiento de cohetes contra Tel Aviv por parte de la organización terrorista palestina Hamás, que no reconoce  a la Autoridad Palestina. Se produjeron declaraciones de protesta por parte de la UNO, de la UE e incluso de EE UU, pero eso sí con sumo tacto hacia  Israel y duro gesto ante Hamás, que real  e irresponsablemente había provocado la violencia israelí. Siempre simpaticé con Israel, un pueblo castigado por la Historia, que los judíos identifican con Jehová, desde los remotísimos  tiempos de la Biblia, con sus mitos, leyendas, pero también hechos históricos. Israel tiene derecho a un territorio, justamente adquirido, que debería negociar sensatamente con Palestina. En mi opinión, Israel sería más creíble sin la influencia de Wall Street, pero con el compromiso de EE UU, la Unión Europea y la OTAN de defender a los israelíes contra ataques de lo que los islamistas radicales llaman “la yihad”, la guerra santa cuyo fin mediato es acabar con jeques y monarcas de países árabes interrelacionados con el mundo occidental, en primera línea, con Estados Unidos.

Los EE UU están interviniendo actualmente en el norte de Iraq y en Siria y piden ayuda  a la OTAN contra el llamado “Estado Islámico”, un  grupo yihadista suní, también llamado Isis o Isil (siglas en inglés de Islamic  State of Iraq and the Levant). Este grupo está en la línea de Al Qaeda. La yihad  (guerra santa) quiere unificar, bajo su interpretación radical del Islam, a todos los países árabes y, a largo plazo, reconquistar  a todos los países occidentales que, en la Edad Media,  estuvieron bajo el Islam, entre ellos, principalmente España (Al-Andalus).







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