miércoles, 2 de julio de 2014

Atalaya: Los Reyes en el Vaticano


La primera visita al Exterior de los reyes de España, Felipe VI y Letizia ha tenido como destino el Vaticano, acudiendo a una audiencia de más de media hora con el Papa Francisco. Felipe XVI se inclinó ligeramente ante el Papa y lo mismo hizo la reina Letizia, que vestía protocolariamente de blanco, pero sin mantilla.

Entre los analistas políticos españoles existe división de pareceres. Hay quienes ven en esta audiencia una  reverencia del Rey de España ante el “Sumo Pontífice”, como las que  hacía don Juan Carlos I, quien incluso, en visita oficial, como jefe de Estado, llegaba a besar el anillo papal, aunque España, según la Constitución, es un estado aconfesional. Los católicos, muy fieles a la Conferencia Episcopal, regida a la sazón por el ultraconservador Rouco Varela, son a primera vista muy fuertes en España. El ex presidente de la Conferencia seguirá velando por que el catolicismo no pierda su fuerza en nuestro país aunque la mayoría de los católicos españoles lo son por bautismo y se calcula en un 20%  el número de practicantes.

Se comprende que el papa Francisco, entregado a las necesarias reformas en una institución con un gran poder (1.200 millones de católicos en todo el mundo), esté presto a escuchar a un joven Rey, a quien también mueve la necesidad de reformar para unos tiempos reformados, en el marco de sus poderes, limitados por la Constitución. Si en España todas las fuerzas políticas , sociales y económicas se pusieran de acuerdo, se habría de reformar la propia democracia, en un sentido representativo totalmente opuesto a esa nueva formación llamada “Podemos”, orientada hacia el marxismo-leninismo y cuya meta reformadora es el chavismo, es decir convertir a España en una Venezuela populista.

Las reformas del papa  Francisco, en la Iglesia, donde hay mucho que reformar internamente (dogmatismo, celibato, acceso de las mujeres al sacerdocio), como las reformas que es preciso llevar a cabo en España en lo político, social y económico, han de realizarse con moderación y con el consenso de los partidos parlamentarios. La Iglesia no necesita más poder ni  la sociedad española quiere el radicalismo político o religioso.
 
                                                                                                         

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