viernes, 28 de febrero de 2014

Atalaya: Vapear


 
Ya les hemos informado del neologismo “vapear” , o sea fumar un cigarrillo electrónico.

Desde que los Estados, siguiendo directrices de la UE,  prohíben fumar en lugares públicos, ha habido quien ha pensado en otra alternativa de cómo fumar sin humo. Los chinos parecen haber hallado la solución, el cigarrillo eléctrónico, con el que están ingresando sumas millonarias. Como los españoles no podemos ser menos, también España se ha sumado a la moda del electrocigarrillo, estando entre los mejores clientes de los chinos, que parecen haberse inspirado en los fumadores de opio. En España pueden adquirirse  los pitillos de vapor en tiendecitas chinas o españolas, que además pueden adquirir la patente. También pueden comprarse en algún estanco.

Gracias a China pronto tendremos a todo el mundo echando vapor por la boca. En una imagen en la televisión vi a un hombre fumando el cigarrillo electrónico en un autobús. Cada vez que expelía una bocanada de blanco vapor, envolvía en una densa nube a su vecino de asiento y a unas señoras en los asientos delanteros. Nadie decía nada. ¿Falta de valor cívico? ¿Miedo? A mí me entraron ganas de que el vapeador, que parecía un gamberro,  se tragara el cigarrillo electrónico. No me gustaría estar envuelto en una nube en un restaurante, una taberna o en un tranvía, pongamos por caso. Totalmente inadecuado me parece que fumen el vapor chino los menores de 14 años. ¿Quién sabe de qué sustancias consta el vapor? Entre los componentes inofensivos para la salud puede haber otras sustancias nocivas como nicotina, opio u otras plantas alucinógenas, en pequeñas dosis. Y ¿cuál es el impacto  del vapor en la garganta o en los pulmones?

Entretanto, anteayer el Parlamento Europeo, incluyó al cigarrillo electrónico en la nueva directiva del tabaco. Según ella, los cigarrillos electrónicos quedarán regulados como productos medicinales en aquellos casos en que se comercialicen como poseedores de propiedades curativas o preventivas. En este caso, no podrán contener más de 20mg/ml de nicotina. Además, estarán sujetos a las mismas restricciones publicitarias que los productos del tabaco .

Ante la enorme difusión del cigarrillo eléctrico, cuyos consumidores bien podrían ser gente pija o también provocadores, las autoridades de la Unión Europea deberían encargar a los laboratorios de los respectivos países un minucioso análisis de su composición. Por lo demás, las molestias vaporosas que este artilugio causa al público a su alrededor ya justifican  su prohibición.

 

 

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