Todo el mundo habla del debate de Atresmedia. Acostumbrada a las discusiones de este tipo en otros países, para mí fue una auténtica decepción. No me gustaron ni el escenario ni el formato. Y mucho menos los manidos argumentos que utilizaron los contrincantes.
A mí personalmente el tan esperado evento televisivo ni me pareció original ni me aportó nada nuevo. Es más, al cabo de poco tiempo el aburrimiento fue tal que, tanto la visita que tuvimos este puente (un ex director de Radio Exterior de España y su compañera sentimental de origen alemán) como mi marido y yo nos quedamos fritos, algo que a mí no me suele suceder. Así que no vimos una parte de la contienda dialéctica, aunque –a juzgar por las innumerables repeticiones que he podido ver en Antena 3 y en La Sexta– tampoco creo haberme perdido algo del otro mundo.
Ya el comienzo fue poco prometedor. La llegada de los gladiadores y su paseíllo antes de salir al ruedo (no sé si se fijaron que la vicepresidenta llevaba un poco favorecedor pintalabios color rosa fosforito, que le oscurecieron antes de presentarse al público) y la larga espera en el plató a un Pedro Sánchez “missing” (dicen las malas lenguas que estaba tan nervioso que le dio un apretón por el camino). Luego, ese horrible plató, sin atriles, pensado quizás malévolamente para acentuar todavía más la falta de naturalidad de los participantes: Soraya, envarada, encaramada en unos tacones de vértigo que debieron dejarla molida; Pedro Sánchez, con aspecto de Ken (el novio de Barbie) y con la sonrisa congelada como si fuese una figura del museo de cera; Albert Rivera, impecable de Boss, pero que no paraba de moverse como un tentetieso y, finalmente, Pablito, con uniforme de penene, patiabierto, sudando y agarrándose a su boli como si fuese una boya de salvación…
El rifirrafe en sí transcurrió, por lo que pude ver, en términos duros pero bastante educados. Ataque y contraataque. Los emergentes, contra la vicepresidenta, Pedro Sánchez y el partido nuevo contrario. Soraya y Pedro, contra todos los demás. Argumentos nuevos: cero. Enervante: Pablo Iglesias y su “no se (te) ponga(s) nervioso(s), una frase repetida hasta la saciedad, incluso mirando a los moderadores y al público, tanto si venía como si no venía a cuento…
La moderación a cargo de Ana Pastor y Vicente Vallés tampoco estuvo muy allá. Ana Pastor, normalmente incisiva (e incluso agresiva) cuando se trata de poner en evidencia a sus entrevistados en La Sexta, esta vez optó por ir de modosita y se dejó comer la tostada por el director de informativos de Antena 3, que fue la gran sorpresa de la noche, al dejar de lado su habitual guante blanco y hacerse el amo del cotarro a la hora de interrumpir o formular sus preguntas y repreguntas a los cuatro políticos.
No me voy a alargar citando las frases más venenosas del cara a cara. Prefiero que las lean siguiendo ustedes mismos el enlace que les conducirá al artículo de ABC: “El debate electoral, en frases”.
¿Qué eché de menos en el debate? En primer lugar, la presencia de Rajoy. Su ausencia me pareció una cobardía. Y no sólo yo pienso así: las redes sociales están llenas de memes y chascarrillos, algunos de ellos con mucha gracia. Después, la ausencia de Alberto Garzón, candidato de IU-Unidad Popular, que no mereció ser ninguneado. Por mucho que las expectativas de voto que le dan las encuestas sean devastadoras, no acabo de entender por qué IU, a pesar de haber sido la tercera fuerza política en las últimas elecciones, no fuese invitada a participar en el debate. A mi entender, es de un mal estilo sin parangón excluir al representante de IU-Unidad Popular de éste y de los otros debates electorales que se han venido celebrando últimamente en los más importantes canales de televisión.
Ahora, dos días después del debate, en el que Pedro Sánchez estuvo paralizado por los nervios, parece que los otros tres participantes, por diversos motivos, se han puesto de acuerdo sobre la táctica a seguir en lo que queda de campaña electoral y que no es otra que la de “leña al mono que es de goma”. El mono, en este caso, es el PSOE en general y Pedro Sánchez en particular.
Si Sánchez no despabila y recupera el ritmo perdido, lo tiene crudo para evitar la caída en picado del PSOE al tercer lugar. Y entretanto, mientras los barones afilan los cuchillos, Susana Díaz, según los mentideros del PSOE, espera agazapada la ocasión para desbancar a Pedro “el guapo” en la Secretaría General del PSOE. Al parecer, Susanita ve su oportunidad tan cercana que, como cuentan algunos compañeros con muy mala uva , tendría ya el billete del AVE Sevilla-Madrid en el bolsillo.
Margarita Rey
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