El viernes comenzó la campaña electoral para las elecciones generales en España. Si aciertan las encuestas realizadas por los institutos de sondeo de la opinión pública, el ganador de los comicios será de nuevo el Partido Popular.
La democracia tiene sus vueltas y revueltas y depende sobre todo de la inteligencia y formación políticas de los votantes. Ya resulta extraño que una mayoría de los ciudadanos preguntados den un suspenso en popularidad al Presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, colocándolo en el último lugar de los líderes políticos españoles, muy por debajo del PSOE, de IU y de los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos.
El PSOE, sin embargo, no puede tirar cohetes por su popularidad, que es bastante inferior a lo que cabría esperar de un partido socialdemócrata, pero es que la socialdemocracia (socialismo centrista) va de capa caída también en el resto de la UE, como demuestra claramente el SPD alemán, que después de la Segunda Guerra Mundial siguió el deseo de Washington de que en la Alemania liberada del nacionalsocialismo y con la usurpación por parte de los comunistas del término “socialismo”, fuese eliminada la palabra socialismo y se renunciase al marxismo (Congreso del SPD en Bad Godesberg 1959). Una iniciativa que Felipe González asumió de Willy Brandt en mayo de 1978. El recién reconstruido Partido Socialista Obrero Español (PSOE) es oficialmente socialdemócrata, es decir, un partido centrista, que, por los resultados obtenidos en las últimas elecciones, no parece convencer a los que por fuerza tenían que ser sus votantes (parados, pobres, clases bajas y clase media) y prefieren al ultraconservador PP, que es el partido de la Patronal. Ahora el PSOE está en segunda posición. Esperemos que no caiga a la tercera, desplazado por Ciudadanos, un partido centrista claramente conservador.
Las elecciones del 20D tienen lugar en un ambiente internacional muy tenso por la creciente agresividad del llamado Estado Islámico, DAESH o ISIS que conforman la Yihad (guerra santa), que se ha propuesto destrozar a occidente. Puede decirse que estamos en una Tercera Guerra Mundial. La UE ha apelado a los países miembros para que ayuden a Francia, que sufrió recientemente un feroz atentado de los terroristas islámicos. Francia ha declarado la guerra a los terroristas y sus aviones ya están bombardeando posiciones yihadistas. Se suman a Francia Alemania, que incluso enviará 1.200 soldados de la Bundeswehr (ejército alemán) e Inglaterra que también está empleando su aviación. El portaviones Príncipe de Asturias también está en la zona. Los demás países colaborarán en el marco de sus posibilidades. Rusia por su parte bombardea a Siria, pero no a su régimen despótico, sino a los rebeldes que plantan cara al tirano Al Assad. No puede descartarse que Moscú también arremeta contra el Estado Islámico, si ve a salvo sus intereses. El Estado Islámico está establecido entre Siria e Iraq.
El primer ministro francés, Manuel Valls, español de origen, ha expresado al Gobierno español su comprensión porque España, salvo declaraciones de solidaridad con Francia, no haya tomado todavía una decisión. Se trata de un asunto muy delicado ante las próximas elecciones. Sobre todo, en los partidos a la izquierda del PSOE existe una corriente de opinión llamada “buenismo”, que cree que la lucha contra el bestial terrorismo puede resolverse con el diálogo, con la diplomacia. Que se lo digan al Estado Islámico que pretende convertirse en un Califato Mundial, con una versión del Islam crudelísima. Entretanto, los yihadistas actúan también como captores de adeptos, desdichados seres, masculinos y femeninos, que son entrenados para el terror en Siria. Algunos de los entrenados en todos los sacrificios, incluidos los cinturones con explosivos de los terroristas suicidas, regresan a sus países de origen en Occidente (muchos tienen la nacionalidad de dichos países), para matar de la forma más atroz posible, con el fin de sembrar el pánico y desestabilizar a la sociedad, de manera que cuando avance el Estado Islámico, las naciones occidentales caigan como frutas maduras.
Por eso mismo, España también participará en el bloque armado occidental. Los dirigentes españoles son conscientes de que España está en el punto de mira, a medio plazo, de los fanáticos del Islam. Si bien es cierto que tal vez la mayoría de residentes musulmanes son buena gente, también lo es que los yihadistas utilizan todo lo que pueda ayudarles en sus torvos planes. Loa franceses han cerrado más de 50 mezquitas, donde los imanes radicalizaban a sus fieles.
Occidente no tiene islamofobia, si los musulmanes son pacíficos. Los racistas y xenófobos son los terroristas del Estado Islámico. En cuanto a negociar con enloquecidos fanáticos islámicos, ¿qué diría un Pablo Iglesias que fuese a Siria a negociar y se encontrara como rehén, las manos atadas a la espalda y de rodillas y, detrás de él, un niño preparando el cuchillo para degollarle?
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