jueves, 4 de junio de 2015

Un discurso remarcable


Mucho se ha hablado del discurso claramente europeísta que el Rey Felipe VI, con motivo de su visita oficial a París que ha finalizado hoy, pronunció el pasado martes en la Asamblea Nacional Francesa, algo que tan sólo se ha permitido en 18 ocasiones a Jefes de Estado o de Gobierno extranjeros. Por cierto, en un francés encomiable y con una excelente dicción. Como pocos lo conocen, para que puedan opinar con conocimiento de causa sobre su contenido, he buscado en internet el texto completo de la alocución, traducida del francés al castellano, que la Casa Real envió el mismo martes a la prensa (con un embargo hasta el inicio del discurso). Dice así:
 
Señor Presidente
Señores Diputados,
Quiero comenzar mis palabras expresándoles el honor que supone dirigirme a esta Asamblea al rendir mi primera visita de Estado como Rey de España a la República Francesa. Gracias de corazón.
Es mucha y larga la historia que nos vincula. Son muchos y muy diversos los sentimientos y los acontecimientos que han jalonado esa historia. Pero al continuar escribiendo nuevas páginas comprobamos que cada una mejora la anterior. Y hoy, la amistad, la cooperación y la solidaridad definen, por encima de todo, nuestra relación como grandes naciones; pero también lo hacen nuestra común pertenencia a la UE y la corresponsabilidad como socios dentro y fuera de la Unión.
Permítanme también evocar el hecho de que mi padre, el Rey Juan Carlos, fuera el primer monarca extranjero invitado a pronunciar un discurso en este mismo lugar, en octubre de 1993. Con aquel gesto, Francia y España expresaban su inquebrantable lealtad a unos valores que nuestras dos naciones comparten: la defensa de la libertad, el respeto y la promoción de los derechos humanos, la equidad social y el respeto a la justicia.

Hoy, España recibe de nuevo su respaldo caluroso y fraterno. Quiero por ello transmitirles, en nombre de todos los españoles, nuestra simpatía, nuestro afecto y nuestro sincero agradecimiento.
Un agradecimiento que se torna en reconocimiento ante el ejemplo de entereza y dignidad ofrecido por el pueblo y por las instituciones francesas frente a los trágicos atentados terroristas que golpearon hace pocos meses a su país. El pasado 11 de enero Francia dio una muestra encomiable de unidad y solidaridad durante la multitudinaria manifestación de París. Ese día, toda Europa, ciudadanos de todo el mundo, caminaron junto al pueblo francés por las calles de esta ciudad, sumándose a su grito por la Libertad.

Los españoles sabemos muy bien lo que han sentido y sienten los franceses por que durante décadas hemos padecido y combatido el terrorismo y, con su ayuda, lo hemos derrotado. Todo terrorismo atenta siempre contra los derechos y libertades fundamentales del ser humano y contra los principios de nuestra convivencia democrática. Aquí y ahora les digo que, frente a la agresión, España está y estará a su lado en la defensa de los valores que compartimos y que reafirmamos solemne y serenamente ante quienes pretenden destruirlos con el terror. Honremos a las víctimas, acompañemos a sus familias y a sus seres queridos. Y, sobre todo, digamos alto y claro a los asesinos: no nos doblegarán, no nos vencerán, jamás nos harán renunciar a lo que somos.

“Yo sé quién soy”, decía Cervantes por boca de Don Quijote. Franceses y españoles sabemos quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, si así nos lo proponemos.
- Somos hijos de Europa, del Mediterráneo, vieja cuna de nuestra civilización, y del Atlántico abierto siempre a nuevos horizontes.
- Somos hijos de la razón y del rechazo a la sinrazón. Pero sabemos también que el ejercicio de la razón, si no es guiado por las más sólidas convicciones morales, puede producir efectos contrarios a los principios más básicos.
- Somos hijos de la libertad que nuestros pueblos han sabido conquistar a lo largo de la Historia, a menudo con sacrificios y sufrimiento, pero también con la ilusión y la esperanza en un futuro siempre mejor.
- Somos, sobre todo, herederos y portadores de dos tradiciones nacionales sin las cuales es imposible comprender la Historia Universal.
Franceses y españoles hemos contribuido a crear y articular nuevos mundos con naciones hermanas con las que compartimos lenguas y culturas. Estas familias de naciones, de las que nos enorgullecemos y de las que formamos parte, respiran los mismos ideales y tienen los mismos anhelos: de libertad moderada por la justicia, de progreso compatible con la equidad y de conocimiento atemperado por la sabiduría.
 
Señor Presidente,
Señores Diputados,
Como amigo y admirador de su país, quiero decirles: sin Francia no hay Europa. Sin una Francia segura de sí misma, fiel a sus valores y firme en la defensa de los mismos, Europa y el mundo perderíamos un referente valiosísimo, un referente fundamental.
 
Por ello queremos más Francia.
- Para recordarnos que la libertad, la fraternidad y la igualdad no nos son dadas, sino que tenemos que luchar por ellas cada día y nunca dar por sentado que están aseguradas.
- Para recordarnos que el respeto de los derechos humanos y el ejercicio de la democracia no sólo se declaran, sino que exigen para su pervivencia un modelo de equilibrio entre poderes y una eterna vigilancia por parte de las instituciones públicas y de los ciudadanos.
- Queremos más Francia para recordarnos que el ejercicio de la razón crítica es la mejor salvaguardia contra los totalitarismos de cualquier índole.

Señor presidente,
Les he hablado de la necesidad que Europa y el mundo tienen de Francia. Quiero ahora, como Jefe de Estado de una nación vecina y aliada, hablarles de la conveniencia de un mayor entendimiento, de una vinculación si cabe más estrecha entre nuestros dos países.
Hace falta recordarlo, sobre todo para que de ello sean conscientes las nuevas generaciones y quienes, con dudas o desesperanzados, desconozcan los logros alcanzados en el camino de la integración europea. Una Europa unida es condición necesaria para el progreso y el bienestar de nuestras sociedades, y para superar y eludir el declive, la debilidad, la fragmentación e incluso la confrontación que, en otros tiempos, llevaron a nuestros pueblos a los momentos más oscuros de la historia europea.
Del valor de una Europa cada vez más unida, democrática y próspera somos especialmente conscientes los españoles. Este mismo mes de junio, precisamente, se cumplen treinta años de la firma del Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas por parte de España.
Durante este tiempo, Francia y España han estado juntas en todos los grandes asuntos, compartiendo la visión del futuro de la Unión y el compromiso de llevar adelante los ideales europeos. Saben bien todos en esta Asamblea que España ha sido y es un sólido aliado de Francia en esta empresa compartida. Porque ahora, españoles y franceses, franceses y españoles, somos compatriotas europeos.
Y ha sido también gracias a Europa que nuestras relaciones bilaterales han alcanzado al tiempo, en los distintos ámbitos económicos, comerciales, de defensa, de seguridad, de educación, de cultura, un altísimo nivel.

Señor Presidente,
En los últimos años, la prosperidad europea de la que hemos disfrutado se ha visto afectada por una crisis económica que ha tenido efectos muy duros en la vida de nuestros ciudadanos.
España, que ha recuperado el crecimiento económico, lucha por culminar la superación de esta crisis abriéndose y saliendo al mundo, como tantas otras veces lo ha hecho a lo largo de su historia.
Por todo ello, no debemos desfallecer a la hora de luchar contra el paro, de reducir la desigualdad y de sentar las bases que nos permitan mirar hacia adelante con esperanza y optimismo. Se lo debemos, sobre todo, a los jóvenes que merecen la mayor admiración por su dinamismo, por su coraje y su forma valiente de abrirse camino en el mundo.
Pero las actuales circunstancias que vive Europa no deben llevarnos en ningún caso a perder de vista la esencia del proyecto europeo y su vocación de ejemplaridad para el resto del mundo. Europa debe reafirmarse y hacer pedagogía de sus principios y valores. No hemos de tener complejos ni miedo a proclamarlo: Europa es portadora de un mensaje de alcance universal que debe ser defendido por nuestros gobiernos e instituciones en todo momento y lugar, con convicción y determinación.

Señor Presidente,
En el mundo globalizado en el que vivimos, las organizaciones multilaterales constituyen una plataforma esencial para lograr ese noble objetivo. En ese empeño, España ocupa desde enero pasado un asiento como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, gracias, entre otros, al voto de confianza de países amigos como Francia. Francia sabe que cuenta con un aliado y un socio cercano en ese foro.
Los hechos hablan por sí solos y dejan claro el compromiso de nuestros dos países con el alto objetivo de la paz mundial. Soldados franceses y españoles trabajan codo con codo en Operaciones de Mantenimiento de la Paz en teatros distintos y distantes, y quiero por ello rendir aquí un homenaje a nuestras respectivas Fuerzas Armadas por su compromiso y su excelente trabajo. Compartimos visiones, preocupaciones y esfuerzos en lo que se refiere a la situación y los graves desafíos que afectan a la cuenca sur del Mediterráneo, a Oriente Próximo, a nuestra vecindad europea oriental y al África subsahariana.
Allá donde miremos y persistan la pobreza, la injusticia, la negación del derecho elemental a la educación o a la salud de la infancia, o la violación de los derechos de las mujeres, Francia y España sabrán responder poniéndose del lado de los más necesitados y de los más débiles. Es nuestra vocación, es nuestra convicción.
 
Señor Presidente,
Existen otros desafíos a la paz y la seguridad mundiales que presentan naturalezas diversas.
En este sentido, el cambio climático constituye uno de los retos más urgentes. El tiempo se acaba para encontrar el consenso necesario entre los distintos actores implicados para frenar el deterioro medioambiental.
Francia ha decidido ejercer un liderazgo internacional en esta cuestión y asumir la responsabilidad histórica de lograr, en la Conferencia Mundial del Clima de París, un Acuerdo global con el horizonte de 2020 que comprometa a todos los países de la Comunidad Internacional.
Los años por venir deben ser los de la consolidación de las energías limpias y renovables y los de un modelo económico más ecológico; también los de la creciente corresponsabilidad entre todos los actores públicos y privados, colectivos e individuales. Debemos saber desarrollar y aprovechar esta oportunidad de crecimiento y de creación de empleo para unas sociedades necesitadas de nuevos estímulos productivos respetuosos con el medio ambiente. El éxito de esta empresa resulta capital para las generaciones venideras, y aquí, de nuevo, España trabajará junto a Francia para lograrlo.

Señor Presidente,
Señores Diputados,
Señores Miembros del Gobierno,
En estos momentos de la Historia, cuando los desafíos se extienden desde el campo político y económico hasta el social y medioambiental, la unidad de nuestros pueblos, la confianza en la democracia y sus valores y la solidez de nuestras Instituciones nos permitirán mantener el rumbo y llevar a la próxima generación a buen puerto. Es en estos trances cuando la labor de los mejores hombres y mujeres de Estado, adquiere toda su dimensión y significado.

No me cabe duda de que, a pesar de los desafíos presentes, prosperaremos en tan decisiva empresa. Francia y España lo haremos juntas porque compartimos afectos y dirigimos nuestra mirada a un mismo horizonte. Inspirándonos en las palabras de Antoine de Saint – Exupéry, podemos decir que apreciarse no es solo mirarse el uno al otro, es mirar, juntos, en la misma dirección.
Muchas gracias.
 

 

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