A diario oímos voces que reclaman la República como modelo de estado para España. Pero eso, según nuestra Carta Magna, no se puede hacer de la noche a la mañana. Porque una cosa son los sueños y otra la realidad. Y por mucho que a algunos les pese, la realidad, en el caso que nos ocupa, es que la República sólo puede llegar de la mano de una reforma constitucional profunda.
Esta reforma exige la aprobación por parte de 2/3 del Congreso de los Diputados, la aprobación por 2/3 del Senado, la disolución de las Cortes Generales, la celebración de elecciones generales, la aprobación por cada una de las dos nuevas cámaras legislativas, también por mayoría cualificada de 2/3 y, finalmente, la celebración de un referéndum. Según los términos establecidos en el artículo 92 de nuestra Constitución, sólo ese referéndum tendría validez sobre cualquier otro tipo de consulta.
La razón de este largo prólogo es que no me gustaría demasiado causar la impresión de ser una partidaria acérrima de la monarquía, aunque sí que lo soy de respetar ante todo la legalidad vigente. Y la legalidad vigente es que vivimos en una monarquía parlamentaria como la que existe en otros 7 estados europeos (Reino Unido, Noruega, Suecia, Dinamarca, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo), con la que, a pesar de todos los defectos que pueda tener esta forma de gobierno, no nos ha ido hasta ahora nada mal. Además (y esto va dirigido a aquellos cabezas huecas que, en su irreflexivo afán de quemar etapas, pretenden saltarse las leyes a la torera), no respetar la legalidad significaría ponerse a la altura de los que dieron el golpe de estado de 1936, que se saldó con más de un millón de muertos y una dictadura de cuarenta años que muchos todavía tienen muy presente por haberla vivido en sus propias carnes.
Ahora, al cumplirse el primer año de reinado de Felipe VI no podían faltar las encuestas sobre este tema. Así, el sondeo de Metroscopia para el diario El País, realizado sobre una muestra de 1.200 personas, da un resultado bastante favorable para la monarquía.
En este caso, la gestión del rey al frente de la Monarquía es aprobada por 81 de cada 100 encuestados, mientras que la de la reina Letizia es aprobada por 74 de cada 100. Según esa misma encuesta, la corona proyecta una imagen positiva hacia el exterior para el 78% y negativa para el 19%, contribuye a respaldar el sistema democrático en un momento de crisis para el 70% y no es así para el 25%. El 66% de los encuestados opina que ejerce sus funciones de forma imparcial y sin partidismos, contra un 26% que no está de acuerdo, y da estabilidad al Estado por encima de los sucesivos cambios de Gobierno para el 63%, mientras que un 32% opina que no.
Sin embargo, no podía faltar la nota discordante, en este caso puesta por La Gaceta de los negocios, un medio de comunicación muy de derechas, que para criticar el rumbo hacia un estado laico que parece haber tomado don Felipe, publicó hace poco bajo el título “Un año de reinado - La Reina Letizia aparca la religión” un artículo de Lola González, que pueden leer completo siguiendo el enlace, rezumando mezquindad y resentimiento, así como una especial inquina hacia doña Letizia, y del que les ofrecemos como muestra un par de pasajes para que vean como opina la derechona sobre el supuesto giro del Rey Felipe hacia un estado aconfensional o laico:
“Desde la retirada de los símbolos religiosos en la proclamación de Felipe VI hasta la Primera Comunión "privada" de la Princesa de Asturias. Todo apunta a que la monarquía española es cada vez más laica y aparta la religión del ámbito público.
(…) No sorprende, sin embargo, esta postura de los monarcas. Desde la proclamación de Felipe VI se vio la intención de ambos de reinar conforme a los principios laicistas, que pretenden eliminar la religión de la vida pública hasta reducirla al ámbito de lo estrictamente privado. El primer paso hacia una monarquía más laica se dio en la proclamación como Rey de España del entonces Príncipe de Asturias, que quiso suprimir en tan señalada ceremonia todo símbolo religioso. Desde algunos sectores izquierdistas se felicitó al nuevo Rey por su decisión y algunos medios hasta celebraban la "inauguración de un Estado por fin aconfesional".
(…) Esta determinación de Felipe VI de suprimir los símbolos religiosos quedó asimismo patente durante su felicitación de Navidad, cuando sustituyó el Belén que solía acompañar a la imagen de Don Juan Carlos por un misterio muy pequeño que sólo apareció al final del discurso y en un rincón.
(…)Ha habido quien ha definido estos discursos del nuevo Rey como "puro laicismo" y la actuación de ambos monarcas como una forma de enseñar a los católicos españoles que la religión debe permanecer en el ámbito privado.
(…) A nadie extraña, por otra parte, esta actitud de Doña Letizia, a la que sus familiares han definido en entrevistas como "católica de eventos" y que sorprendió a todos negándose a hacer la genuflexión en varios actos religiosos.”
Hasta aquí las "perlas" de La Gaceta".
Así que ya lo saben, por mucho que el artículo 16.3 establezca que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, algo que parecía haber pasado a segundo plano durante el reinado de don Juan Carlos I, el actual rey y su esposa se han convertido para algunos medios de comunicación en diablos con largos rabos y pezuñas al poner las cosas en su sitio, dando “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Con lo cual se confirma una vez más que en este país cainita de las dos Españas, nunca llueve a gusto de todos…
Margarita Rey
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