No sabemos lo que es peor, si el bipartidismo o el multipartidismo, que estamos viviendo estos días después de las municipales y autonómicas.
En su día opinamos que el bipartidismo podía contribuir a la estabilidad, concertando pactos con el mayor partido de la oposición, que puede incluso llegarse a una coalición entre los dos partidos mayoritarios, como es el caso de la estable Alemania, donde actualmente gobierna Frau Merkel (de la conservadora CDU), apoyada en el partido socialdemócrata, SPD. El lado negativo del bipartidismo es que uno de los dos partidos, el más votado, pueda obtener cada vez la mayoría absoluta, con lo cual, si se eterniza en el poder, elimina la alternancia en la presidencia del gobierno.
Sólo una línea muy tenue separa a la democracia de la dictadura. Ya ha habido casos de un triunfo absoluto de la más espantosa dictadura en las urnas: por ejemplo, los genocidas Hitler y sus nazis, después de la calamitosa situación de Alemania al ser derrotada en la Primera Guerra Mundial. En aquella situación de miseria nacional, la República de Weimar fue un espantapájaros. Sólo los cuervos con la cruz gamada, permanecieron.
En España, afortunadamente, la situación es muy distinta. Aunque todavía quedan sacrificios por hacer, hasta en Bruselas se reconoce que el país puede recuperarse.
Lo que sí ha cambiado es el paisaje político. Se han celebrado comicios municipales y autonómicos, en los que el PP ha sufrido sensibles pérdidas (más de tres millones de votos como el PSOE, (los ciudadanos están ya hartos, pero sigue siendo la primera fuerza política en España). También el PSOE ha perdido más de tres millones de votos, manteniéndose como el partido más fuerte de la oposición. Pero mientras tanto han surgido en nuestro país nuevas fuerzas políticas, los llamados partidos emergentes, que, con muchos menos votos que PP y PSOE pueden, sin embargo decidir el futuro rumbo de la democracia española. Hay partidos emergentes que atraen la atención de los grandes como muletas para acceder al poder. Quizá el más fuerte e inquietante sea Podemos. Un pacto con este partido radical de izquierda es temido por la derecha. El PSOE teme a Podemos porque se dirige a su mismo electorado, pero con tesis más radicales. El gran PSOE podría convertirse en un ratón a merced del gato, sin el que no podría gobernar. Podemos ya ha dejado por el camino una estela de pequeños partidos, como IU, que prácticamente han sufrido implosión.
Entre los demás partidos emergentes merece citarse a Ciudadanos, que se posiciona en un centro equidistante del PSOE y del PP. Ciudadanos tiene una larga lista de exigencias sin las cuales no quiere firmar nada. Puede pactar tanto con el PP como con el PSOE. Gracias a Ciudadanos se ha hecho posible por fin la investidura de Susana Sánchez (PSOE).
Las democracias multipartidarias son más difíciles de gobernar por las muchas tendencias e intereses en juego. Las constituciones democráticas no se cambian a cañonazos, sino tras un consenso bien meditado y sensato. Algún partido emergente que quiera cambiar a España (en efecto, hacen ya falta cambios) u obra con sosiego o será desterrado del mapa político por la sociedad.
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