Según se amontonan los casos de corrupción de miembros importantes del PP, en cantidades por encima de los millares de millones de euros, puestos a buen cobijo en paraísos fiscales, el gobierno de Rajoy se pone nervioso. Aunque la influencia del PP sobre lo judicial no es de despreciar, el partido en el gobierno no puede impedir que jueces independientes investiguen e imputen a presuntos corruptos.
Para evitar lo que puede convertirse en el fin del Partido Popular, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, estuvo pensando recientemente en voz alta ante las cámaras sobre la posibilidad de redactar una ley sobre los medios de comunicación, en la que se castigaría con duras sanciones a los medios y periodistas que publicasen “filtraciones” sobre asuntos que están siendo objeto de investigación judicial o que se refieran a conversaciones en el seno del consejo de ministros.
Nada más hacerse pública la noticia, todos los partidos de la oposición y la prensa en masa, sin distinción de tendencia política, se rebelaron contra este atentado a la libertad de información. Todos sin excepción criticaron al ministro Catalá, acusándole de querer reimplantar la censura como en los tiempos del franquismo. Según la oposición, la ley quiere acabar con la libertad de información, expresión y formación de opinión.
Finalmente, la cosa se quedó en agua de borrajas y Catalá, acosado por los medios, tuvo que dar marcha atrás en su intento de matar al mensajero, como se suele hacer desde la Antigüedad cuando las cosas vienen mal dadas.
Un gobierno democrático ha de saber aguantar las revelaciones negativas y digerir las críticas. Para eso está el Congreso de los Diputados, con la inteligente portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santa María. Y sobre todo, también para eso cobra un buen sueldo público el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
También, y no sólo dentro de la oposición, existe gran malestar por el giro a la derecha que están tomando la radio y televisión públicas de España,(RTVE), que como la BBC de Londres, deberían ser, al igual que las demás radios y televisiones públicas europeas, veraces, exactas e imparciales. En España, desde que gobiernan los conservadores, quien quiera informarse bien ha de acudir a las privadas, Onda Cero, Cadena Ser, Antena 3, Telecinco o La Sexta. Para ser justos, hay que decir que también en La 1, en La 2 y en el Canal 24h (públicas) se emiten de vez en cuando debates con diferentes opiniones poco incisivas.
En cuanto a la llamada Ley de Seguridad Ciudadana (“Ley mordaza”), aprobada el pasado 26 de marzo en el Congreso gracias a la mayoría absoluta del PP, con el rechazo unánime de toda la oposición, y que prevé sanciones de hasta 600.000 euros por participar en "reuniones o manifestaciones, no comunicadas, en instalaciones en las que se prestan servicios básicos para la comunidad o en sus inmediaciones", habría que decir que se ha promulgado para defender los privilegios de unos pocos (la Banca, en el caso específico de las protestas por desahucios) y para la propia seguridad del partido actualmente en el Gobierno.
El PP está manifiestamente inquieto ante el nuevo paisaje político que amenaza su mayoría en el Congreso. La potente irrupción de dos jóvenes fuerzas políticas: el nuevo partido de izquierdas (Podemos), que consiguió 6 escaños en el Parlamento Europeo, y Ciudadanos, de centro-izquierda o centro-derecha, según se mire, y que se está llevando los votos de muchos descontentos de clase media, la gran olvidada de todos los partidos. Según las encuestas, Podemos ya pisa los talones al PP, destacándose como segunda fuerza política del país. Ciudadanos podría estar en tercer o cuarto lugar y el PSOE bajaría hasta el tercer o cuarto puesto. ¿Qué hará Rajoy si, como dicen los sondeos, no obtiene la mayoría precisa para gobernar en solitario? ¿Estarían dispuestos Podemos y PSOE a concertar una coalición o a llegar a acuerdos de Estado? ¿Podrán ponerse de acuerdo los dos partidos “centristas” PP y PSOE para formar una gran coalición como la de la canciller alemana Angela Merkel (CDU) y el partido socialdemócrata, SPD? Antes esas incógnitas, no es de extrañar que el PP esté muy pero que muy intranquilo.
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