Así debió pensar el agnóstico presidente del Gobierno español al aceptar la invitación de la Casa Blanca al rito más importante norteamericano, el llamado Desayuno de Oración, ceremonia en la cual Zapatero leyó unos pasajes de la Biblia. Pero la procesión iba por dentro. Todavía sonaban en los oídos de Zapatero las palabras de Obama: “Estoy contento de poder llamarle amigo mío” (Praga). El presidente del Gobierno español debería saber lo más tarde desde Bush que cuando un presidente estadounidense llama “amigo” a un jefe de Gobierno hispano, o lo toma como un personaje divertido –caso Ansar, es decir, Aznar- o no le da políticamente ninguna importancia. Mientras leía, Zapatero ya sabía que su “amigo” Obama no iba a cumplir con su mayor deseo: que el nuevo presidente de EE UU asistiera a la cumbre de la Unión Europea en Madrid. Inmediatamente después que Zapatero hubiese cacareado a los cuatro vientos, asistido por el incoloro ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, la presencia de Obama en la cumbre, llegó el desmentido de la Casa Blanca. Barack Obama no le hará ese grandísimo favor a su amigo español, bastante depreciado no sólo en su propio país.
El asunto ha enojado, en primer lugar, a España, pero también a la Unión Europea que acusa a Washington de no tener mucho interés por Europa. En la cumbre, según el plan de ruta marcado por José Luis Rodríguez Zapatero, se iba a tratar sobre todo del trabajo de integración de la UE con Latinoamérica. Razón de más para que países hispanoamericanos también se hayan sentido ofendidos por la ausencia de Obama, a quien acusan de parecerse cada vez más a Bush. Entre estos países se hallan México y Brasil. La negativa de “la gran promesa mundial” Obama de acudir a Madrid demuestra una vez más que España vale tanto en Washington como Rumania o Bulgaria, es decir, que España ha de reducir sus ambiciones de mediana o gran potencia a escala mundial o adoptar otra política de firmeza frente a la Casa Blanca, en el marco de una Unión Europea, que algún día tendrá que dejar de ser el mayordomo de USA y hacer su propia política. Un primer ejemplo sería que toda la UE rechace de plano el nefasto futuro ingreso de Turquía en la Unión Europea a pesar de las presiones de Washington, a quien conviene mucho ese ingreso (rutas del petróleo). También EE UU está practicando una política con Marruecos, que es un lastre para España en la cuestión del Sahara, que pertenece a los saharauies, los habitantes de la antigua colonia española del Sahara Occidental, y que nunca fue territorio marroquí. ¿Va Obama a cambiar de actitud en esta cuestión? Rabat ya ha concedido el contrato en exclusiva de las fuentes de energía (como el petróleo delante del litoral saharaui) a Estados Unidos. Se nota.
En resumidas cuentas. Más que Zapatero y más que su incoloro ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, los españoles que verdaderamente cuentan en los Estados Unidos son Pedro Almodóvar, Antonio Banderas y Penélope Cruz.
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