Siempre me ha intrigado de dónde se había sacado la Biblia, en su explicación de la “creación”, eso de que “Dios” hizo al hombre utilizando barro como material. Si se medita profundamente, lo del “barro”, tomado como alegoría, abre a la mente un gran número de caminos hacia el conocimiento. Pero en las clases de religión, la Biblia y los Evangelios son enseñados como verdades absolutas, literalmente, como aquellos literalistas que se empeñaron en tomar al pie de la letra lo que solamente era una alegoría. Me refiero a aquellos judíos que, antes del nacimiento de Jesús, se apartaron de su dios Jehová o Yahvé, por considerarlo cruel, arbitrario y que se ensañaba con su “pueblo elegido”, los judíos, haciéndoles sufrir miles de calamidades sólo para probar “que lo amaban y que le eran fieles”. Este grupo “protocristiano” ideó una alegoría para llegar al conocimiento, pero pronto se dividieron en los que tomaban la alegoría como realidad y los que veían en ella sólo un camino espiritual hacia la Verdad. Estos últimos eran los gnósticos, que fueron aniquilados por los literalistas, que desde entonces llevan la voz cantante en el cristianismo. Cuando los sacerdotes inculcan a los niños y a los jóvenes la Biblia o los Evangelios, lo hacen literalmente, en vez de aclarar que se trata de mitos, fábulas, alegorías. No creo que los sacerdotes mientan adrede. Ellos también han sido educados así. 2 000 años de cristianismo literal no se borran así por las buenas.
Pues bien. Volviendo al comienzo de estas líneas, al “barro”: recientemente he hallado la explicación. Se trata de una leyenda sumeria sobre la creación del hombre, “hecho de barro” por el dios de los dioses. La civilización sumeria es la más antigua civilización conocida de la Humanidad. Los sumerios (hace unos 7 000 años) fueron los primeros en inventar un alfabeto, que miles de años después serviría de base para los demás alfabetos conocidos. Su escritura era la cuneiforme, lo mismo que muchos años después escribirían los hetitas. La civilización sumeria es con mucho anterior a la Biblia, que adoptó de ella la idea de la creación del hombre con barro. La Biblia es apasionante, sobre todo en la parte que aún no se convierte en la historia del pueblo judío, por la cantidad de mitos y leyendas que recoge. Sin la Biblia, este tesoro de la Historia de la Humanidad se habría perdido en la noche del más remoto pasado, que, sin embargo, surge ante los ojos de los investigadores como chispas inesperadas. Así ocurrió con la epopeya de Gilgamesh, en escritura cuneiforme de los hetitas, que los científicos tardaron años en descifrar y traducir. En dicha epopeya se habla ya, entre otras cosas, del famoso, fabuloso y exagerado “diluvio universal”, que tuvo tal vez lugar en Mesopotamia como gran inundación local del Tigris y el Eufrates.
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