La semana que hoy toca a su fin me ha dejado un amargo sabor de boca. Y no me estoy refiriendo a los trágicos sucesos internacionales, sino a tres acontecimientos que han sido noticia en los medios nacionales.
Comenzaré por el más “light”, el pistoletazo de salida de la campaña electoral que ha significado la celebración el pasado jueves en Madrid del Congreso de los Partidos Populares Europeos (PPE), con Frau Merkel a la cabeza, donde todos los líderes conservadores arroparon a Rajoy en su desesperado intento por recuperar la confianza de los españoles y volver a gobernar después de las elecciones generales del 20 de diciembre. "Rajoy ha cogido el toro por los cuernos con medidas difíciles para lograr que España vuelva al crecimiento”, manifestó la buena de Angela, al tiempo que le deseaba lo mejor de cara a las elecciones generales del 20D.
El mensaje de Angela Merkel no debiera extrañarnos pues todos sabemos que Rajoy es su alumno más aventajado dentro del grupo de estados europeos en apuros. Sin embargo, lo que sí llamó nuestra atención fue la penosa presencia de dos personajes que mejor habrían hecho quedándose en casa. Me estoy refiriendo a Nicolas Sarkozy y al Cavaliere Silvio Berlusconi. Las gravísimas vulneraciones de la ley cometidas por este último son tantas que sería imposible enumerarlas aquí. Sin embargo, hasta ahora el sujeto siempre se ha salvado de ingresar en prisión, incluso en aquellos casos donde los Tribunales le declararon culpable de los delitos que se le imputaban.
Otro que tal baila es Nicolas Sarkozy y las varias causas pendientes con la Justicia francesa. Se le acusa, entre otras “naderías”, de tráfico de influencias, de financiación ilegal (al parecer, Gadafi le dio grandes cantidades de dinero para financiar su campaña de 2007) y de corrupción. Con este currículum, tampoco Mr. Sarkozy es precisamente un ejemplo a seguir.
Se cuenta entre bambalinas que Berlusconi y Sarkozy intentaron evitar por todos los medios que sus caminos se cruzasen antes, durante y después de la convención. El motivo no es otro que una biografía autorizada del Cavaliere escrita por Alan Friedman titulada "My Way", en la que Berlusconi pone a Sarkozy como hoja de perejil calificándole, entre otras lindezas, de “personaje napoleónico con un ego exagerado” y de “cretino celoso y agresivo”.
Pero el colofón, sin duda alguna, lo puso otro impresentable, el primer ministro húngaro Víktor Orbán, con un discurso netamente xenófobo, más propio de una Marine Lepen que de un miembro del PPE. En su alocución, jaleada por todos los presentes, excepto por la señora Merkel quien, con cara de póker, se abstuvo ostentativamente de aplaudir, lanzó un claro mensaje contra la izquierda europea que, según él (contrario al sistema de cuotas para refugiados que se está estudiando en la UE), tiene una idea muy clara: “apoyar la inmigración para importar futuros votantes”. “Tienen (se refiere a la izquierda) un sueño. Una sociedad sin creencias, sin fronteras, sin naciones”. Viktor Orban regaló los oídos de la agradecida audiencia con opiniones más propias de un politiquillo de tres al cuarto que de un jefe de gobierno (“los partidos de la familia política del PPE deben ser valientes dejar a un lado lo políticamente correcto”(…) “No permitamos que la izquierda asuma las riendas de Europa”… ). Tras escuchar las entusiasmadas ovaciones de los asistentes a todas las “perlas” que lanzó por esa boquita, el Sr. Orban se debió de quedar encantado y más ancho que largo.
Esas auténticas joyas populares no dejan en muy buen lugar al PPE ante la opinión pública. Pero, ¿a quién importa esa minucia cuando lo que cuenta es ganarse la aprobación, traducida en votos, de todo el espectro de la derecha española?
La segunda noticia importante de la semana ha sido la tempestad que se organizó el jueves en Cataluña por el ingreso en prisión “sin fianza por plazo limitado” de Andreu Viloca, tesorero de Convergència de Catalunya (CDC), partido al que pertenece el Presidente de la Generalitat Artur Mas. Viloca fue detenido el miércoles por la Guardia Civil en una operación dirigida por la Fiscalía anticorrupción en torno a la presunta financiación ilegal de la CDC. Está acusado de financiación ilegal de partidos políticos, tráfico de influencias, prevaricación, cohecho, alteración de precios en concursos o subastas públicas (falsedad en documento mercantil) y blanqueo de capitales, delitos todos ellos relacionados con la corrupción. Además de tesorero de la CDC, Viloca es administrador varias fundaciones vinculadas a Convergència: CatDem, Fórum Barcelona y Nous Catalans (fundada por Artur Mas para intentar captar el voto de los inmigrantes).
La prensa independentista inmediatamente se hizo eco de las declaraciones del vicepresidente de Nous Catalans, Èric Bertran, que calificaba a las autoridades españolas de “aprendices de mafiosos, estafadores, chorizos, sátrapas, delincuentes y colonizadores” y comparaba a la Guardia Civil con la “camorra” italiana por detener al “patriota” Andreu Viloca.
Han pasado diez años desde que Pasqual Maragall acusase abiertamente en el Parlamento catalán a CiU de cobrar comisiones del 3%: (“Vostès tenen un problema i aquet problema es diu 3%...”). Todo lo demás es historia…
A medida que la prensa propagaba la magnitud de las “mordidas” y de los mangoneos delictivos en el seno de Convèngencia que él, como delfín de Pujol, tuvo que haber obligatoriamente conocido desde sus inicios, Mas iba perdiendo poco a poco apoyos, tanto en su propio partido como en ERC, su principal aliado en la irresponsable aventura de querer separar Cataluña de España, que apoya la investigación judicial sobre la corrupción dentro de CDC. Para más inri, salió también a la luz la buena relación que Mas seguía manteniendo con Jordi Pujol, a quien visitaba a menudo. Desafiante y prepotente contestó a las preguntas incisivas de la prensa con un "Le he visto varias veces y le seguiré viendo. ¿Y qué? ¿Alguien me está siguiendo?"
Con la detención de Viloca, Mas está viendo que su sueño de convertirse en el primer presidente de una Cataluña independiente se desvanece cada día un poco más. Primero fue la tajante negativa de las CUP a darle su apoyo para que pueda ser investido presidente de la Generalitat. Ahora, el broche de oro lo han puesto los fiscales anticorrupción Fernando Bermejo y José Grinda al solicitar al juez la detención de Viloca, poniendo así en movimiento la maquinaria judicial que, con toda seguridad, terminará arrollando a Artur Mas. Por cierto, el juez que ha ordenado encarcelar a Viloca es el magistrado Josep Bosch, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de El Vendrell, un municipio de cerca de 37.000 habitantes de la provincia de Tarragona, del que muy poco se sabe.
A Artur Mas ya no le sirven de nada quejicosos mensajes como el que esgrimió recientemente ante la prensa en el que decía “ser víctima de una caza mayor” por parte del Estado español porque cada vez menos catalanes le creen. Tal y como están las cosas y si no sucede algún milagro (o uno de esos golpes de suerte con los que ha conseguido salvar el pellejo en alguna ocasión), es bastante improbable que Mas pueda ser investido presidente de la Generalitat y medir sus fuerzas con Rajoy en las próximas Elecciones Generales.
Y last but not least, como dicen los anglosajones cuando quieren llegar al punto final de algo y que en español castizo quiere decir “por último, aunque no menos importante”, está el anuncio por parte de la ex militante socialista Beatriz Talegón del nacimiento de una nueva formación política a la izquierda del PSOE con el sugerente nombre de “La Izquierda”, una plataforma promovida también por el ex juez Baltasar Garzón y por Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, para "reconstruir la izquierda” y que, al parecer, cuenta con el apoyo de Cristina Almeida y el ex diputado de Izquierda Abierta, Gaspar Llamazares. La meta del nuevo partido es la confluencia de izquierdas y construir un proyecto a medio y largo plazo, más allá de las elecciones, a las que quieren concurrir con candidaturas propia. Por ello, ya ha hecho un llamamiento a las principales formaciones de izquierda, principalmente a IU y Podemos, a unirse en una sola lista.
La fragmentación de la izquierda está servida. Podemos, IU, Ahora en Común, Unidad Popular en Común (formada por antiguos miembros de Ahora en Común), Convergencia por la Izquierda, Somos Izquierda, EQUO, La Izquierda. ¿Cuántos partidos o plataformas de izquierdas más van a presentarse a los próximos comicios?
Mientras que la derecha aglutina todas sus tendencias en un bloque monolítico representado por el PP, haciendo suyo el lema de “la unión hace la fuerza”, la izquierda, como siempre ha sucedido en este país, se atomiza. El resultado de esta división se ha podido ver con claridad en las autonómicas catalanas.
Una de mis canciones favoritas, porque se convirtió en el himno que cantaban los chilenos en la época de Salvador Allende, es “El pueblo unido, jamás será vencido” y en mis lejanos tiempos de militante de las juventudes socialistas alemanas aprendí a cantar “La Internacional” en alemán. Una de las estrofas traducida al español empieza con “agrupémonos todos, en la lucha final…”
Visto lo visto, las palabras de ambas composiciones, emocionantes por lo que ellas representan de sangre, sudor y lágrimas vertidos por los idealistas que las tomaron al pie de la letra en el curso de la historia de la lucha sindical y política contra la injusticia, se quedarán sólo en papel mojado si la izquierda se muestra de nuevo incapaz de aunar sus fuerzas, dejándose de maximalismos y asamblearismos utópicos para ofrecer al ciudadano en las próximas generales un proyecto atractivo y realista para combatir las desigualdades que han resultado de las tropelías y los tijeretazos sociales al estado de bienestar acometidos por los “populares” del PP desde que llegaron al poder.
Margarita Rey
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