En el vocabulario político alemán existe la expresión constitucional de "wehrhafte Demokratie”, que podría traducirse como "democracia dispuesta a defenderse". Esta expresión cobra ahora actualidad con la existencia de dos nuevos partidos nazis, AfD (Alternativa para Alemania”) y NSU ("Nacional Socialismo en la clandestinidad”). Estos partidos han adelantado por la derecha al ya veterano partido de extrema derecha, NPD (Partido Nacional de Alemania), en las elecciones de tres importantes regiones alemanas: Baden-Wurtemberg, Rheinland-Pfalz (Renania Palatinado) y Sachsen-Anhalt (Sajonia-Anhalt). Los dos grandes partidos democráticos, CDU (Unión Democristiana) y SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) han perdido un considerable número de votos y buscan la posibilidad de hacer una coalición, necesitando para una mayoría absoluta un tercer partido democrático. El partido liberal, FDP, y los Verdes se han ido arrugando en los últimos tiempos, mientras crecen los partidos de orientación nazi. El presidente socialcristiano Seehofer (CSU bávara) reprochaba a Angela Merkel el declive de su partido y recordaba a la canciller que sin la CSU, la CDU estaría ya en la oposición.
El fracaso de la CDU y el SPD contrasta alarmantemente con el ascenso de las formaciones políticas nazis, que se debe sobre todo a la alarma social provocada por la prevista llegada a Europa, en especial con destino a Alemania, de centenares de miles de refugiados y emigrantes irregulares procedentes de la Siria del dictador Al Ásad y los rebeldes contra su régimen. Rusia y Estados Unidos han estado bombardeando a Siria por distintos motivos. Sin explicaciones, Putin ha ordenado la retirada de sus tropas y aviones. Los EE UU siguen hostigando junto a Francia los nidos de los terroristas del Estado Islámico (IS), Yihad, Daesh y Al Qaeda, que son la auténtica amenaza para Occidente, que envían como vanguardia a ciudades europeas y norteamericanas a los terroristas suicidas. Que Bashar-al-Ásad sea un tirano es para Norteamérica un factor secundario y para Putin un posible aliado.
Los alemanes, al igual que otros pueblos, cuando ven surgir un peligro votan a la extrema derecha. No hay que olvidar que el austriaco Adolf Hitler, fundador del Nacional Socialismo (los Nazis), fue elegido por mayoría absoluta ante el desastroso estado de Alemania después de la guerra de 1914 y la incapacidad de la República de Weimar de mantener el orden y acabar con la miseria. Ahora el peligro para Alemania son esos centenares de miles de refugiados de Siria e inmigrantes ilegales, que con grandes sufrimientos para niños, mujeres y hombres, quieren abrirse paso a través de las fronteras balcánicas (Macedonia), con barreras de alambre espinoso, o de Austria, que también ha cerrado sus fronteras para penetrar en Alemania, donde ya existen más de cuatro millones de musulmanes. En Francia son unos 8 millones, muchos con nacionalidad francesa (fruto de la guerra de Algeria). En España más de un millón. Contra ese peligro de “invasión”, la extrema derecha alemana organiza mítines, asambleas, manifestaciones con símbolos nazis. Si la situación empeora, NSU, AFG y NPD podrían fundirse en un solo partido, con no improbables posibilidades de conseguir una mayoría en las urnas. “Las urnas están para romperlas” y “la dialéctica de los puños y las pistolas”, dos frases de José Antonio, el fundador de la Falange, que parece que repetía el odio de los Nazis a la democracia. El mismo odio que sienten los neonazis por la actual democracia alemana. Muchos demócratas alemanes se preguntan ¿qué hace el Tribunal Constitucional de Karlsruhe que pese a la petición de una mayoría en el Bundestag (Congreso), no declaró anticonstitucional al NPD y permite ahora dos formaciones racistas y fascistas.
Pero hay también que decir que no todos los musulmanes son buena gente. Como dijo el arzobispo de Málaga, hay que saber separar el trigo de la paja. La paja: centenares de refugiados e inmigrantes irregulares asaltaron en el pasado carnaval plazas y calles de Colonia (y Hamburgo) maltratando a las máscaras masculinas y violando a un considerable número de mujeres, muchas de ellas menores de edad. La policía actuó con toda contundencia contra los agresores. Algunos descerebrados gritaron ¡Racismo! La policía ha recibido entretanto más de 500 denuncias por violación.
La Unión Europea ha aprobado un plan para contener a los refugiados y ahorrar a Grecia el problema de los miles de sirios y otros ciudadanos árabes que hacen escala en islas griegas, que se ven desbordadas. El plan prevé duras medidas de expulsión “en caliente”, pero también acoger al grueso de los refugiados en campos de residencia, con el mayor número posible de instalaciones sociales. Muchos observadores no consideran apropiado el pacto con Turquía, enemiga de Grecia y con un gobierno islamista que se dice “moderado”, pero que en los últimos años ha ido retrocediendo en materia de derechos humanos (según denuncian diversos informes de organizaciones serias como Amnistía Internacional), así como en libertad de expresión. Si Turquía todavía mantiene un vestigio de democracia es gracias a la actitud hasta ahora europeísta de las fuerzas armadas turcas, partidarias del legado de Atatürk. Pero es un secreto a voces que el Primer Ministro Erdogan, en su deriva cada vez más autoritaria, intenta por todos los medios apartar a los militares no islamistas de cargos de influencia, relegándolos a un segundo plano.
Como resultado de las negociaciones que Angela Merkel inició en solitario y a espaldas de sus colegas europeos, este viernes Los Veintiocho cerraron un pacto en Bruselas, según el cual Turquía recibirá, además de los 3.000 millones de euros que ya se han empezado a pagar, otros 3.000 millones para atender a los refugiados. Los turcos se prometen algo más: la entrada por fin de Ankara en la Unión Europea, cuyas puertas están cerrada mientras el país no sea una auténtica democracia y respete los derechos humanos.
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