Durante las vacaciones me he dedicado a recopilar algunas noticias curiosas que les iré ofreciendo poco a poco en nuestra rúbrica “Curiosidades”.
Precisamente, en este verano especialmente cálido, una de ella llamó poderosamente mi atención porque, mientras yo estaba disfrutando del aire acondicionado, me imaginaba cuánto había tenido que sufrir el pobre animal.
Les estoy hablando de Chris, una oveja errante australiana, de raza merina, que algún día lejano debió escaparse de su rebaño y, en su bobería, se perdió por las vastas y ricas praderas de Australia. Si bien durante todos esos años que estuvo deambulando de un lado a otro no le faltó el sustento, algo sí que tuvo que echar en falta el animalito en su largo vagabundaje, y más en los tórridos veranos de su tierra natal. En su dilatada errancia, la pobrecita Chris no encontró a nadie que la esquilase.
Y así, el borrego fue acumulando lana hasta llegar a ser una auténtica bola de guata. Hasta el momento en que unos caminantes la descubrieron exhausta cerca de una granja en Canberra, en el sureste del país. Tras bautizarla con el nombre de “Chris”, sus “salvadores” alertaron ipso facto a la sociedad protectora de animales local para que la atendiese. Por si no lo saben (yo también me he enterado al leer la noticia), las ovejas tienen que ser esquiladas una vez al año para evitar que suden en demasía durante el verano o contraigan enfermedades debido a las moscas que, atraídas por el sudor de los ovinos, dejan sus huevos en la lana o también las producidas por parásitos okupas que suelen instalarse y ponerse cómodos en su mullido vellón (de unos 5 kg de peso). En circunstancias extremas, esto puede incluso llegar a matar al animal.
Así que, de momento, lo más urgente era llamar al esquilador para que la aligerase de inmediato del tupido manto de lana que la había convertido en un pompón ambulante. Cuando la avistó, el especialista, un campeón en su disciplina, no daba crédito a sus ojos. Después de liberarla de su incómodo abrigo, el pobre hombre terminó derrengado. Acababa de batir un récord mundial al quitarle a Chris nada más y nada menos que 40 kg de lana, superando así el último de 28,9 kilos establecido el año pasado en Nueva Zelanda.
Normalmente esquilar a una oveja es cosa de unos 3 minutos. En este caso, el recordista australiano Ian Elkins tardó 42 minutos en retirarle los 40,4 kg de lana. Para que la ovejita no se resfriase, tan desnudita ella, empleados de la asociación que se había hecho cargo de Chris la envolvieron en una mantita para protegerla de un cambio demasiado brusco de temperatura corporal. El abultado vellón, que según cálculos podría haberle crecido en los últimos cinco años, ha ido a parar a un museo y la asociación se ha puesto en contacto con el Libro Guinness de los Récords para que reconozcan a Elkins el nuevo récord mundial.
Antes Después |
A pesar de la cobertura que le han dado los medios australianos al “caso Chris”, hasta el momento se desconoce el nombre de su dueño.
Margarita Rey
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