Ayer, tanto en los rotativos como en las televisiones se comentó hasta la saciedad el mal estilo del juego de palabras con el que Pablo Iglesias, en un mitin en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, se mofaba de Pedro Sánchez por haber llegado tarde a su propia conferencia en la Universidad George Mason, en las afueras de Washington. Ese "Pedro Sánchez lost in the USA” y probablemente “loser in Spain" (Pedro Sánchez perdido en los Estados Unidos y probablemente perdedor en España) y prosiguió: "A mí me gustan mucho las series de televisión. ¿Sabéis cuál es mi serie favorita? Juego de Tronos. ¿Sabéis cuál es la de Pedro Sánchez? Perdidos".
Y hablando de ese GPS que tanto juego dio ayer en las tertulias televisivas, lo cierto es que, por mucho que le quisieran cargar con el muerto de no saber manejar un GPS, no era precisamente Pedro Sánchez quien conducía el vehículo. Tras su encuentro con la ex secretaria de Estado Madeleine Albright en la sede de su fundación, el Instituto Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI), un microbús en el que –aparte del Secretario General del PSOE, el secretario de Economía del PSOE, Manuel de la Rocha; el portavoz de Economía en el Congreso, Juan Moscoso y otros miembros de su equipo– viajaba un grupo de periodistas que cubría su visita a Washington, se dirigió al vecino estado de Virginia. Desgraciadamente, el chófer confundió la avenida de Fairfax, en la localidad de Arlington (donde Sánchez iba a pronunciar una conferencia en el Center for American Progress de la Universidad George Mason), con el con el vecino pueblecito de Fairfax, que también tiene un campus de esa misma Universidad. Así el destino quiso que Pedro Sánchez no llegase a tiempo a su propia charla porque, para más inri, se encontraron en el camino con un atasco. Lo que enfadó muchísimo al rector Ángel Cabrera (de origen español y, probablemente, poco amigo de ideas socialdemócratas) que cargó contra Pedro en twitter ("Espero que Sánchez pueda dirigir mejor un país que un GPS”) y dio pie a las burlas de mal gusto de Pablo Iglesias.
By the way (nosotros también sabemos algo de inglés), Pedro Sánchez no fue a USA precisamente como aquel que dice a hacer turismo (como dejaba entrever nuestro Mesías en edición de bolsillo). El día anterior al incidente con el GPS, Sánchez se había reunido nada más y nada menos que con el jefe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Jason Furman y con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde.
Claro que puestos a valorar, yo me quedo con la opinión de Rafael Alvárez “El Brujo”, expresada el pasado sábado en una entrevista de La Sexta Noche, en la que manifestaba que "Pablo Iglesias parece un papagayo conectado a un archivo de datos" y que más o menos coincide con lo que algunos pensamos, a saber que el joven político de la coleta es un vendedor de humo que recuerda a un charlatán de feria, de esos que venden crecepelo o algún tipo de producto que luego no sirve para nada. Al igual que ellos, el que no quiere ser “casta” domina muy bien los recursos dialécticos. Como otrora algunos políticos demagogos a los que no quiero ni nombrar, Iglesias no le hace ascos a recurrir al truco fácil de ridiculizar e, incluso, insultar burdamente al adversario. Algo que, a mi modo de ver, atenta contra la dignidad de las personas, cuyos derechos Pablo Iglesias pretende supuestamente defender.
Pedro Sánchez no tardó en recoger el guante y le contestó así: "Pablo Iglesias ha hecho de la mentira su forma de hacer política". Sin embargo, mi consejo personal a Pedro Sánchez es que no caiga en la tentación de entrar al trapo de ese tipo de provocaciones, a las que se tendrá que enfrentar más de una vez, tanto por parte de Podemos como del PP, en este año electoral de 2015 que se presenta muy caliente y movidito.
Margarita Rey
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