En solitario, el populista Partido Popular, aprovechando la proximidad de las elecciones municipales y autonómicas, se ha decidido a sacar del cajón del dimitido ministro de Justicia, el reaccionario Alberto Ruiz Gallardón, su duro proyecto de reforma del Código Penal, para suavizarlo o endurecerlo, medida esta última obsoleta, ya que según los juristas, el Código Penal español es el más severo de Europa. El ciudadano medio español aún no ha comprendido por qué motivo la Ley española mantenía una praxis, cuyo abandono, empujado por el tribunal de Luxemburgo, permitió la excarcelación de delincuentes o terroristas con largas condenas a prisión. Por ejemplo, hubo una reacción de alarma social ante la excarcelación del llamado “violador del Ensanche” y otros criminales, que declararon no haberse arrepentido de sus fechorías ni querer saber nada de inserción social. Esta no puede ser le la letra de la Ley de la UE, que en algunos casos parece estar más al lado del delincuente que de la víctima.
El jueves fue un día de fiesta para el recluso de Coto del Real, Luis Bárcenas. La Audiencia Nacional ha dispuesto que el ex tesorero del PP sea puesto en libertad bajo una fianza de 200.000 euros. ¿Cuántos españoles disponen de esa suma, “modesta” en comparación con los millares de millones de euros robados y puestos a buen recaudo por miembros del PP (ahora hay también que incluir en la lista al “honorable” Pujol, ex presidente de la Generalitat catalana). Bárcenas y sus familiares han podido reunir la cantidad exigida por la Audiencias Nacional, muy inferior a la millonaria fianza (43,2 millones de euros) por responsabilidad civil impuesta por el juez instructor Ruz. ¿No parece esto un compromiso?
Bárcenas fue dado de baja en el PP. Rajoy ya no conoce a su ex hombre de confianza. Los documentos “explosivos” (“bombas atómicas”, según Esperanza Aguirre) contra el Partido Popular al parecer (ya) no existen. ¿O se los reserva Bárcenas para las próximas elecciones municipales y autonómicas?
Los observadores no de derechas señalan la casualidad de que la Convención del PP arranque dos días después de la puesta en libertad condicional del ex tesorero “pepero”, Bárcenas. ¿Con Bárcenas quieren dar ejemplo de imparcialidad y autocrítica y colocar muy alto el listón de incorruptibilidad del PP? El incombustible, José María Aznar, (desempolvado para la ocasión para intentar volver a ganar la afección de la derechona del partido, que le ha dado la espalda últimamente por considerar sus políticas como demasiado progresistas), que se ha colocado a sí mismo como el ejemplo de honradez que ha de seguir el PP, diciendo al propio tiempo, que asume la responsabilidad de todo lo hecho por él durante su mandato. Rajoy ha venido delegando todo lo relativo a la corrupción dentro de su partido en sus dos pregoneras, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores Cospedal. El jefe del PP y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy se ha mantenido silencioso respecto al caso Bárcenas. Para Aznar los demás pequeños partidos, que han surgido en España, son sólo molestos mosquitos. Sólo la existencia del PSOE, actualmente desgarrado, según los medios derechistas, sería la razón de ser del ultraconservador PP, fiel guardián del legado de Franco.
Bien. El presunto delincuente Bárcenas ya está en la calle. Ahora sí que es amable con los periodistas que lo asedian y que casi le hacen tragar sus micrófonos. Ignorando su exclusión de Génova, Bárcena afirma seguir perteneciendo al Partido Popular, por el que ha dado todo. Ya veremos si en el próximo futuro, al que ya pertenece el actual congreso de autobombo, populista y justiciero, Bárcena aprende la lección ( y, con él otros generosos militantes), que el dinero que acumulan en el Extranjero pertenece a todos los españoles y su destino es servir al país. Pero esto no sólo atañe al PP. Tiene vigencia para todas las fuerzas políticas.
¿Desaparecerá ahora Bárcenas de los medios o nos deparará nuevas sensaciones? Habrá que esperar a su juicio, si es que no se sobresee por prescripción de los presuntos delitos. Todo depende de la “ágil” justicia española y de la Banca suiza.
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