Estrenamos un nuevo año y todos esperamos que sea mejor que ese aciago 2014 que acabamos de dejar atrás. Junto a los tradicionales deseos de salud, prosperidad y felicidad, les deseo, igual que a mí mismo, una mejora de su situación. No crean lo que dijo Rajoy a últimos del 14, que la crisis ha concluido. La crisis seguirá dando coletazos, que como siempre golpearán a los más necesitados.
Como la mayoría de los españoles deseo que se ponga fin a la vergonzante corrupción, que políticos de primera fila dejen de mentir y que la ciudadanía no crea las mentiras y medite antes de las elecciones lo suficiente para no dejarse embaucar por quienes están al servicio de la patronal, la central del capitalismo español, y proclaman en sus mítines ser solidarios con los trabajadores, los parados y los sin techo.
La democracia requiere ser perfeccionada para tener en cuenta todos los intereses del pueblo y no permitir que aumente el número de los que viven en los umbrales de la miseria, mientras aumenta el número de los pudientes, de los ricos. La democracia exige partidos demócratas, que respeten a rajatabla la libertad y demás derechos humanos. Como dijo el conocido socialdemócrata alemán, Willy Brandt, tenemos que atrevernos a tener más democracia. Tampoco las constituciones están para durar como y cuando fueron redactadas. Reformas y adaptaciones son necesarias. Pero seamos cautos ante los cantos de sirena de formaciones políticas de reciente creación que quieren cambiar “el sistema” (así se denomina el neocapitalismo) por lo que podríamos denominar una “dictadura democrática. Podemos y tenemos que cambiar el rumbo de una democracia capitalista, que de una forma u otra tiene la última palabra por lo que respecta el rumbo de la política del Gobierno. Pero, ojo, los extremos se tocan y en situaciones de crisis y falta de liderazgo democrático, no es fácil distinguir entre extrema derecha y extrema izquierda. Ambas “quieren más democracia” y así surgen las dictaduras.
Paso a otro tema de candente actualidad. Apenas redactadas estas líneas cuando en los días pasados la yihad (“guerra santa”) en nombre del recientemente creado Estado Islámico, sembraba el horror en Francia y en los países democráticos, con un atentado contra la revista satírica “Charlie Hebdo”, cometido por dos hermanos árabes, de nacionalidad francesa, por haber publicado caricaturas del “profeta” Mahoma. Otro terrorista ocupó un supermercado judío. Con anterioridad, el jueves, ese mismo terrorista mató a tiros a una policía municipal, cuando huía. 17 personas en total, entre víctimas y terroristas, fue el trágico balance de esta nueva ola de atentados. La eficiente policía gala montó un gran dispositivo de busca y captura. Los cuatro terroristas islamistas, dispuestos a dar su vida en nombre de Alá, fueron finalmente abatidos por las fuerzas de seguridad francesas. Según se comprobó, los terroristas dijeron luchar por el llamado Estado Islámico en el norte de Siria, escindido de la organización terrorista Al Qaeda. Sus líderes pretenden conseguir la unión con Al Qaeda, para con un frente común de yihadistas, recuperar el esplendor del Islam de la Edad Media con la conquista o recuperación de los países con siglos de un pasado árabe de grandeza (España, Francia, Italia –Sicilia).
Con ataques terroristas (guerrilleros suicidas) contra Occidente Al Qaeda y los grupos que se han escindido de esa organización, mucho más radicales y crueles todavía que la misma Al Qaeda, quieren movilizar a los estados árabes para que se unan a la yihad.
El Gobierno de España, que está muy especialmente en primer plano en el sueño del “renacimiento sarraceno”, ha ofrecido al ejecutivo francés una estrecha cooperación con la policía española considerada como una de las mejores de Europa. Pero tanto España como Francia son de la opinión de que el terrorismo yihádista no debe nunca despertar ni odio ni xenofobia contra la población árabe en ambos países, sino ser un acicate para la multiculturalidad. Así lo expresaron millón y medio de ciudadanos en París y 3 millones en toda Francia, no sólo franceses, sino musulmanes, judíos y subsaharauis, en numerosas marchas que se manifestaron el pasado domingo en contra del terrorismo y a favor de la libertad portando pancartas de “Je suis Charlie” (“yo soy Charlie”). Lo contrario de lo que buscan los terroristas: la división de las minorías étnicas que desgarre asimismo el tejido social en los países occidentales. En opinión del Presidente francés, François Hollande, la mayoría de los casi seis millones de musulmanes en Francia, con pasaporte francés, que acuden a rezar a sus mezquitas o en casa, condenan a Al Qaeda y similares, como el Estado Islámico, en sus guaridas de los violentos. Son pacíficos ciudadanos y quieren vivir en paz. También el presidente del Gobierno, Rajoy, se expresó en términos análogos. En España, que cuenta con una población musulmana de más de 1,7 millones, y otras partes del mundo tuvieron lugar similares manifestaciones de solidaridad con Francia. El imán de la gran mezquita en Madrid condenó la violencia. Según señalan los arabistas no se debe confundir el auténtico Islam con el agresivamente expansionista Islam de los fanáticos yihadistas. Además, entre los musulmanes hay bastantes diferencias. Difícil lo tienen los mahometanos de la yihad si quieren formar, a partir del Estado islámico, un Estado Árabe Unido.
No obstante, después de los diversos atentados cometidos por los guerreros de Alá, Occidente, y en especial Francia y España, no deben bajar la guardia.
La marcha de condena al terrorismo de Paris ha sido la mayor manifestación de la historia de Francia. En la concentración encabezada por el presidente francés Hollande, así como casi 50 jefes de estado y de Gobierno de todo el mundo, entre los que figuraban la canciller alemana Merkel y Mariano Rajoy, en representación de España, y políticos tan dispares como el israelí Benjamín Netanyahu (a quien la prensa de su país acusó de “oportunismo” y de querer aprovechar el dolor de las víctimas para hacer campaña electoral) y el palestino Abu Mazen, los altos dignatarios se pronunciaron contra el racismo y la xenofobia. “Europa es más fuerte que el miedo (...) “estamos aquí todos juntos para dar el mensaje de que Europa va a ganar el desafío contra el terrorismo", declaró el jefe del gobierno italiano Matteo Renzi en París a la prensa”. Ojalá que estos deseos se cumplan.
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