EL CONFIDENCIAL |
El pasado día 11 el diario digital “elconfidencial.com” publicó una entrevista con Mario Conde, que pueden leer siguiendo el vínculo, realizada por el periodista Jorge Borrajo, con motivo del próximo estreno de un documental sobre la vida de ese controvertido personaje.
Cuando se realizó dicha interviú, nada parecía indicar que ese mismo día Conde sería detenido por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, en el curso de un dispositivo denominado “Operación Fénix”, por delitos de blanqueo de capitales y contra la Hacienda Pública. Al parecer, habría repatriado en los últimos diecisiete años más de 13 millones de euros.
Aunque parecía que todo había sido escrito sobre Mario Conde, los medios de comunicación se han volcado en el tema. Posiblemente porque a la mayoría de jóvenes españoles menores de treinta años su nombre les sugiera poco o prácticamente nada. Así, al hurgar de nuevo en su pasado, han vuelto a salir a la luz detalles de su vida que los más mayores de entre nosotros ya conocían. Entre otros que, en 1973, se convirtió en el abogado del Estado más joven y con mejores notas desde la historia del Cuerpo (y el mejor expediente académico de la Facultad de Derecho de Deusto) al ganar las oposiciones con el número uno de su promoción; que la venta en 1987 de Antibióticos S.A. a la multinacional farmacéutica italiana Montedison por 58.200 millones de pesetas (unos 348,8 millones de euros) le proporcionó a él y a su socio Juan Abelló (quien supo invertir de manera responsable y legal sus beneficios, convirtiéndose entretanto en uno de los empresarios más exitosos de nuestro país), lo que le permitiría, sin ser banquero de profesión, hacerse con la presidencia de Banesto en el año 1988. La aventura terminó con la intervención del banco y su condena a 20 años de cárcel por el Tribunal Supremo (de los cuales sólo cumplió casi 6) e ingreso en prisión el 29 de julio de 2002. Posteriormente, su reinvención como escritor, tertuliano, aspirante a político (fundó su propio partido, Sociedad Civil y Democracia, para presentarse –afortunadamente con escaso éxito– a las Elecciones Autonómicas de Galicia de 2012) y personaje mediático que se permitía el lujo de opinar y dar consejos sobre la ética y moral deseables en el mundo político y empresarial.
Parecía que Mario Conde, no sólo se había redimido (aunque él nunca se cansó de proclamar a los cuatro vientos su inocencia, argumentando que había sido una víctima del “sistema”), sino que había resurgido cual ave fénix de sus cenizas. Incluso el controvertido periodista Risto Mejide llegó a entrevistarle en mayo de 2015 para el espacio “Al rincón de pensar”, de Antena 3, lo que le valió ser apodado “banqueroflauta” por el conocido crítico de televisión, Ferrán Monegal, en su columna de El Periódico.
Las incursiones del arrogante Conde en los platós de televisión se convirtieron en algo habitual. Su medio preferido: Intereconomía, cadena en permanente estado de agonía, a la que supuestamente apoyaba con generosos donativos. De hecho, Javier Algarra, conductor del espacio 'El gato al agua', por donde Mario Conde paseaba habitualmente su palmito, comenzó el día de la detención del exbanquero su programa mostrando su silla vacía con la siguiente introducción: “No sabemos si es culpable o inocente; eso deberá determinarlo la justicia, pero nosotros vamos a aplicarle la presunción de inocencia que reclamamos para todos. Siempre lo hacemos y ustedes lo saben” (…) “Estamos ya hartos de las penas de Telediario condenando en los medios de comunicación a las personas antes de saber si son o no culpables”.
No me considero ninguna pitonisa, pero me parece que estuve bastante acertada cuando, el 11 de octubre de 2012, publiqué en este mismo blog un “Tema de hoy” titulado “El flautista de Hamelín”, dedicado precisamente al señor Mario Conde. Por aquel entonces pensé y no he cambiado de parecer que a Mario Conde, con toda su inteligencia y brillantez, siempre le han perdido su endiosamiento, su afán de notoriedad y su desmesurado amor al dinero.
Sin embargo, a día de hoy hay algunas cosas que no acabo de comprender: ¿Cómo es posible que a este señor, considerado por la Agencia Tributaria como segundo mayor moroso del país por su deuda de 9,9 millones al fisco, no se le hayan aplicado los mismos mecanismos de recobro que a los contribuyentes de a pie para intentar recuperar ese dinero? ¿Cómo se come que este señor haya podido llevar desde su salida de prisión de un ostentoso tren de vida y que nadie se haya puesto en todos estos años en movimiento para investigar la procedencia de esos signos exteriores de riqueza? ¿Y qué me dicen del hecho de que este individuo, uno de los mayores terratenientes de Andalucía, haya recibido durante décadas importantes ayudas agrícolas de la Unión Europea (el llamado PAC) por su impresionante finca "Los Carrizos" (sin que estas ayudas hayan revertido en la contratación de trabajadores) y podido disfrutar por la patilla de ésta, de la paradisíaca mansión “Can Poleta” en Pollença (Mallorca) y de su pazo "A Mezquita" (Chaguazoso, Ourense)? El diario digital “El Confidencial” lo explicaba bastante bien hace tres días. No obstante, a pesar de su valiosa ayuda, yo sigo sin entender por qué razón para Hacienda existen dos varas de medir a la hora reclamar el pago de los para todos odiados (pero tan necesarios, siempre que se utilicen para financiar nuestro Estado de Bienestar y no para cosas superfluas) impuestos. Por una parte están los Pujol, Conde y Co. y, por la otra, los sufridos trabajadores, funcionarios, autónomos y profesiones liberales, a los que la Agencia Tributaria no para de apretar las tuercas y buscarles las vueltas. Lo que convierte la conocida frase del Ministro Cristóbal Montoro: “Hacienda somos todos” en puro sarcasmo.
Margarita Rey
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