miércoles, 13 de abril de 2016

Atalaya: Cada uno por su lado


                                                                                             Fuente: ABC



Desde el 20D, España está ofreciendo al mundo, y, lo que es peor, a la Unión Europea, que clasifica a nuestro país como cuarta potencia de la UE, un circo (con paquidermos y todo: barones del PSOE y veteranos de la “guerra de Cuba” en el PP) poco divertido, más bien indignante. Los partidos tendrán como fecha-límite para llegar a un acuerdo el 2 de mayo (curiosamente, el Día de la Independencia, que debería haber sido para toda la Europa ocupada por Napoleón una fecha histórica. Desgraciadamente, desde aquel 2 de mayo las cosas fueron de mal en peor para España hasta que, por fin, hace 40 años, vino la democracia a nuestro país con el Borbón Juan Carlos I.

Ya es hora de que la Constitución se someta a cambios técnicos y que se amplíe nuestra democracia, mejorando leyes como la del Aborto, suprimiendo engendros como la ley de Educación, medidas onerosas para los estudiantes como el aumento de las tasas universitarias, y la antidemocrática “Ley Mordaza”, entre otras, con un tufillo dictatorial.

Los partidos candidatos a presidir el Gobierno prometen, menos el PP, llevar a cabo con total respeto a nuestra Carta Magna las necesarias reformas para que España esté a la cabeza de la Europa dirigente. Pero aquí salta la liebre en forma de Pablo Iglesias y su radical e imprevisible actuación en una democracia abierta. Las democracias asamblearias suelen convertirse en un caos, en un guirigay de slogans  “democráticos”, que esconden el absolutismo y la arbitrariedad de un líder, rodeado de lidercitos, que, a lo que van, es a hacerse con el poder en el espíritu del tratado de Ramiro Ledesma, enmarcado en el ideario falangista.

Aún existe la posibilidad de incluir el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos en una opción de Gobierno con el PP, siempre que dimita Mariano Rajoy y deje la presidencia a Pedro Sánchez, ocupando Albert Rivera el cargo de vicepresidente. Ciudadanos es un partido de los que son calificados de ”derecha civilizada” o “centro derecha”. El PSOE, que también hallaría una fuerte oposición en el ala izquierda del partido, sería catalogable como “centro izquierda”, y sería en cuanto a la política social y económica el contrapeso de C’s.

Rajoy, que no aceptó el ofrecimiento de Felipe VI para formar gobierno por no contar con los apoyos necesarios, sigue maniobrando a la sombra de Soraya Sáenz de Santa María y de María Dolores de Cospedal, para que fracasen definitivamente los pactos entre PSOE, Ciudadanos y Podemos y repetir el 26 de junio las tal vez necesarias, pero no queridas nuevas elecciones (podría darse la sorpresa de que el polit-folklórico de Pablo Iglesias fuese aupado por los votantes “cabreados” al segundo lugar, después del PP). El PSOE que renueva Pedro Sánchez, se ha adaptado demasiado a la derecha. El colmo del cinismo político es que Rajoy ofrezca ahora a Pedro Sánchez un gobierno de coalición del PP con el PSOE, alabando la inteligencia política del secretario general del PSOE. Para el PP son una gozada los desplantes de Podemos al socialdemócrata Sánchez.

La realidad es la realidad. Un PP sin Rajoy, sin ambiciones de liderazgo y sin el lodazal de la corrupción, sería un sólido apoyo para una coalición PP/PSOE/ Ciudadanos. No sería un reparto de sillones, sino la voluntad común de tener un firme y plural gobierno democrático.

Ya veremos qué nos deparan los días antes del 2 de mayo. De momento, el rey Felipe VI ha tomado la iniciativa y ha abierto una nueva ronda de consultas para los días 25 y 26 de abril, convocando por tercera vez (algo inusual hasta ahora) a los líderes políticos  con representación en el Congreso. El fin es claro: agotar todas las posibilidades antes de disolver Congreso y Senado y convocar nuevas elecciones. Según explicó ayer Patxi López, presidente del Congreso, en rueda de prensa, “El Rey (con quien había estado manteniendo contactos) quería hacer una ronda final para constatar si hay posibilidad de nombrar a un candidato que tenga peso o apoyo suficiente”.
 
 

 

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