Complicado comienza el nuevo año, que amenaza con ser todo menos pacífico en el plano internacional (guerra contra el terrorismo yihadista, Estado Islámico, Isis, Daesh, Al Qaeda) y bastante novedoso, un auténtico cambio, en lo nacional.
Juraron el cargo los diputados electos el 20D, dejando de ser el Congreso la asamblea de los notables de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, al entrar con las fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, la calle en el parlamento español. Crudo lo tiene Rajoy para poder presentar al Rey, Felipe VI, un nuevo gobierno. La ya vieja legislatura lo es sólo en funciones, aunque Rajoy se empeñe en tomar importantes medidas, en especial contra el separatismo catalán. Según los juristas y los analistas políticos, cualquier medida que tomara el Presidente del Gobierno en funciones, lo sería asimismo sólo “en funciones”.
Los independentistas catalanes y demás partidos no han querido mantener al hasta ahora Presidente de la Generalitat, Artur Mas en el timón del navío catalán sin rumbo y éste se ha visto obligado a dar un paso atrás (o al lado, como se llama por lo visto ahora a irse obligado por las circunstancias, en este caso llamadas CUP). La CUP exigió la cabeza de Mas como condición sine qua non para no ir a nuevas elecciones. Y Mas, totalmente desacreditado, tuvo que retirarse antes de que le echaran. No sin antes dar prueba una vez más de su talante demócrata al elegir por dedazo a su sucesor Carles Puigdemont, alcalde de Girona, y colocarlo como capitán de ese barco a la deriva que es la otrora invencible Convergencia Democràtica de Catalunya, reconvertida en Democràcia i Llibertat.
Como era de esperar, Puigdemont, al igual que en su día la Presidenta del Parlament Carme Forcadell, no utilizó la fórmula habitual para prometer su cargo y omitió la fórmula de lealtad a la Constitución y al Rey, decantándose por las siguientes palabras, que en su traducción al castellano dicen así: "prometo cumplir con mis obligaciones como presidente de la Generalidad respetando y haciendo cumplir la voluntad del pueblo catalán expresada en este parlamento". Recordemos que la Carmen Forcadell, el día de su juramento como Presidenta del Parlamento el pasado 26 de octubre, como colofón de su desafiante discurso, lanzó a la Cámara un sonoro: "Visca la democràcia, visca el poble sobirà i visca la República catalana" (“viva la democracia, viva el pueblo soberano y viva la República catalana”). Consecuencia: el Rey Felipe VI se ha negado a recibir a Forcadell para que le comunique oficialmente la investidura de Carles Puigdemont. La secretaría general de la Casa Real ha enviado un escrito al Parlamento pidiéndole que "la comunicación oficial de la presidenta del Parlamento se realice por escrito, a través de la cabeza de la casa Real, para cumplir los trámites establecidos en la Constitución y el Estatuto".
Parece que la cosa ha hecho alguna mella en los “patriotas republicanos catalanes”. Una de las consecuencias es el desplante al Rey de los 8 diputados de Esquerra Republicana de Catalunya. Ninguno de ellos asistirá a la ronda de consultas que tendrá lugar en el Palacio de la Zarzuela entre el 18 y el 22 de este mes con los representantes de los Partidos con el fin de sondear los apoyos que pueden tener los posibles candidatos a presidente. Después de haber sopesado todas las opciones, el Rey ofrecerá su propuesta. Sin embargo, sí que acudirá a la cita el portavoz de Democracia i Llibertat (antigua CDC) que se desmarca así de ERC, su socio en la coalición Junts pel Sí, paraguas bajo el cual diversas formaciones políticas catalanas acudieron a las urnas.
Va a ser difícil la formación de un nuevo gobierno. Casi todos los grupos están de acuerdo en echar a Rajoy y sus fieles, pero no existe un marco sensato para pactos. Los observadores coinciden en la conveniencia de un gobierno tripartito: PP, PSOE y Ciudadanos. Pero todo depende de que el PSOE y Ciudadanos estén de acuerdo. Un gobierno compuesto por el PSOE y Podemos provoca escalofríos en el PP y el empresariado, no sólo español, sino internacional. Por otra parte en el PSOE no existe unanimidad y Pedro Sánchez podría ser defenestrado por los barones si se uniera a Pablo Iglesias. Ya se habla del final de la carrera del líder socialdemócrata. En el caso de que no se llegue a un resultado, el Rey convocaría nuevas elecciones.
En el plano internacional, y en especial en EE UU y la UE existe cierta impaciencia no sólo en el orden bursátil, sino en el del conflicto con los terroristas islámicos. Bruselas ya ha expresado la necesidad de que se despeje pronto el panorama político español y que España comunique cuál será su contribución en combatir al amenazador foco de violencia generalizada instalado en la convulsa Siria y que mantiene en alerta 4 (la máxima es 5) ante el peligro de atentados (suicidas o militarmente organizados) a Occidente.
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