Para recordar el tercer aniversario del fallecimiento de mi esposo, he desenterrado un comentario suyo emitido el 14.07.1989. Desgraciadamente, desde entonces poco ha cambiado en el panorama de la prensa española. Yo diría que, incluso, ha ido a peor.
"LA CALAMIDAD DE LA PRENSA ESPAÑOLA
En un reciente comentario me refería a la situación anómala de la Radio y la Televisión en España, supeditadas al monopolio de quienes ostentan el poder, ya sea en el gobierno de la nación ya sea en el de alguna comunidad autónoma. Los casos de intrusismo gubernamental o partidista en los medios de comunicación audiovisuales son especialmente graves, porque se trata de medios públicos, que debieran ser de titularidad social por ser de propiedad estatal, es decir, por pertenecer al conjunto de todos los ciudadanos que componen el Estado.
Pero la situación no es mejor por lo que respecta a los medios escritos, a la prensa. También en la prensa se hacen sentir los efectos de intereses que solamente pueden ser atendidos por el Gobierno o por el partido del gobierno. Ello hace que la prensa pierda su independencia al decidir los editores o los directores qué temas pueden tocarse y cuáles no. Puede decirse que esto ocurre en casi la mayoría de las democracias del mundo y que ni siquiera son una excepción de la interferencia entre intereses determinados y la libertad de información órganos tan prestigiosos como THE NEW YORK TIMES o LE MONDE, por sólo citar dos ejemplos muy conocidos. Pero habría que precisar que en las democracias con larga tradición de libertad de prensa existen numerosos mecanismos correctores o compensadores, que impiden la total enajenación de la profesión periodística. Además, por otra parte, el alto grado de profesionalidad de los periodistas se traduce en una calidad y una seriedad en el tratamiento de las informaciones que ya quisieran para sí la inmensa mayoría de los rotativos españoles.
La prensa ha desempeñado en España un gran papel en el tardofranquismo. Fue sobre todo la prensa surgida al margen de los periódicos del Movimiento la que empujó al régimen dictatorial a su ocaso. Aquella prensa fue quien aró el campo para la reforma política que desembocaría en la transición a la democracia. La prensa escrita y luego, la radio no estatal, principalmente la cadena SER, sembraron en España la semilla de la democracia, creando una sensibilidad general de cambio en toda la sociedad española, sobre la que la Monarquía, con don Juan Carlos, pudo poner en movimiento el proceso que culminaría con la restauración de un sistema democrático-parlamentario en nuestro país. La prensa y la ya a la altura de su misión de cara a la sociedad española.
La calidad de un número -desgraciadamente bastante elevado- de profesionales es francamente ínfima. Una mayoría de los directores son diletantes, que han obtenido sus cargos por favores y no por méritos y que basan su máxima preocupación en utilizarlos como trampolines para otras actividades más lucrativas. La información seria va cediendo espacio a la trivialidad, al sexo o al sensacionalismo. La crítica no se hace por principio y en cualquier ocasión justificada, sino que es episódica u obedece a motivos de estrategia del periódico o a motivos personales de sus editores o directores. Si se critica un escándalo financiero o la conducta poco honesta de algún personaje público, no se hace con un sentido de catarsis, de depuración social, sino desde un prisma subjetivo y apelando a ese viejo vicio de los españoles que es la envidia, buscando avivar ese instinto tan ibérico de alegrarse de la desgracia ajena.
Existen periódicos, como ABC, que se han instalado oportuna y comercialmente en una oposición a ultranza contra todo lo que sea PSOE o socialismo. Tiene esa oposición de ABC un cierto regustillo a panfleto, de una parte, y a resentimiento, de otra. Si bien, es asimismo cierto que ABC, por las causas estratégicas que sean, es hoy por hoy el único periódico en España en el que pueden publicar todos los profesionales e intelectuales, de derechas o de izquierdas, con tal que tengan algo que criticar a la gestión del llamado “felipismo”.
La inmensa mayoría de los demás rotativos españoles han establecido un impenetrable sistema de elitismo que aleja de sus páginas a críticos que no dispongan de los suficientes enchufes con la dirección de los periódicos o que no figuren en la lista del poder como concertada oposición que sirva de coartada para la ausencia de una auténtica discusión pública en torno a la política española. No sólo contra el PSOE, que los socialistas son sólo parte de esa política española. Además del amiguismo, el oportunismo es ley. Hay que mostrarse sensible al poder, porque de dicho poder dependen concesiones o mercedes. Así ocurre con determinados temas, como, por ejemplo, el de la radio y la televisión. Unas veces pueden ser tratados o criticados con toda acritud, pero entonces es que el diario en cuestión no ha obtenido los favores que esperaba del Gobierno en el sector de la televisión privada. El tema, por el contrario, es silenciado o embellecido si el diario cree tener la posibilidad de obtener la codiciada frecuencia.
No. Tal como está hoy en día la prensa en general, no podemos hablar de la existencia en España de un sistema autentico de libertad de información y se mide por el nivel de sus medios de información, sean escritos o hablados. Lo que ya empieza a ser altamente preocupante no es que el PSOE haga esto o deje de hacer aquello, sino que su misión de reflejar, canalizar y dar expresión a la opinión pública. Que la prensa renuncie a incidir como cuarto de poder en el desarrollo cotidiano de la cosa pública. Que la prensa como baremo de la sociedad nos indica un gran deterioro en la calidad social en España, que tanto fue alabada en Europa durante los difíciles años de la transición.
En España sobran los divos de la prensa, esos aspirantes a políticos en la sombra, a próceres de la opinión pública, que ofrecen al poder como contrapartida de ser prestigiados por el mismo; que gastan más tiempo en dar conferencias y publicar libros y regulares novelas que en luchar por facilitar a los pocos, buenos, profesionales de a pie hacer su trabajo sin cortapisas dictadas desde arriba. Ya creíamos que los tiempos de ARRIBA habían pasado para siempre. ¿Seguimos con los mismos collares de los perros que ahuyentamos?"
Manuel Moral
(†24.04.2017)