Corría el año 711 cuando tropas musulmanas de árabes y beréberes cruzaron el estrecho de Gibraltar. Y aquí se quedaron casi ocho siglos. Tras la larguísima Reconquista, los árabes (moros, sarracenos) fueron por fin vencidos en 1492 (toma de Granada por los Reyes Católicos) y expulsados de España.
La misma suerte corrieron los judíos sefardíes o serfarditas, que fueron desterrados de “España”, de Sefarad, como dicen todavía aquellos hebreos, diseminados por el Este de Europa y en tierras asiáticas. Para los judíos, los sefardíes pertenecen a la clase superior, son los aristócratas. Pero los sefardíes no fueron expulsados o quemados en la hoguera por no querer convertirse al catolicismo, sino para que los Reyes, la nobleza y la Iglesia católica al alimón se repartieran sus fortunas. Hoy, los sefardíes siguen hablando el castellano de Cervantes.
En la misma fecha, Colón, que navegaba hacia El Japón por el Oeste se encontró con la isla Guanahni, entre otras. América había sido descubierta.
España se convirtió en un gran Imperio, con la envidia de Francia e Inglaterra, que hicieron todo lo posible por expulsar a España de sus nuevos territorios. España dominó también, (por la política de los matrimonios), los Países Bajos (dejando muy mal recuerdo allí, por las tropelías de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Gran Duque de Alba, en defensa del Catolicismo). Asimismo, España tuvo en su poder el reino de Nápoles y las Dos Sicilias, gobernado por una rama borbónica.
La “Guerra de los Treinta Años” acabó con un desastre para España. Por el Tratado de los Pirineos, firmado el 7 de noviembre de 1659 por Felipe IV (España) y el cardenal Mazarino en representación de Luis XIV (Francia), nuestro país perdió para siempre importantes plazas en territorio francés, así como la vertiente francesa de los Pirineos. Sin embargo, sería la “guerra de sucesión” la que asestaría el golpe de gracia al imperio español en Europa. Con el tratado de Utrecht (1713), a la fin del reinado de Luis XIV, nuestro país perdió, una vez más, importantes territorios. Esta vez se trataba de las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia, que se dividieron entre Austria y Saboya, y de Gibraltar y Menorca que reclamaron los ingleses. Y como colofón, el Rey Sol pudo así aupar al trono español a su nieto, Felipe de Anjou, más conocido como Felipe V, que entraría en los anales de la Historia como primer rey Borbón de la dinastía actual.
Casi dos siglos más tarde, en 1898, los norteamericanos provocaron la guerra de Cuba, en la que barcos antiguos de madera, se enfrentaron con destructores blindados de acero. Con la derrota española, España perdió totalmente su presencia en América. Fue el fin del Imperio Español en el mundo. España se hundió en una profunda depresión: nacía así el “complejo de inferioridad”.
En esta situación, surgió un grupo literario llamado “La Generación del 98, la gran gloria de España hasta nuestros días: entre otros: Maeztu, Baroja, Del Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Blasco Ibáñez, Antonio Machado…
La Historia fue así y no podemos cambiarla. La gran calamidad de España fue el rey flamenco Carlos I (V de Alemania), que expolió las arcas españolas para combatir a los luteranos en Alemania. Hizo ejecutar a los Comuneros, los primeros patriotas españoles, por oponerse éstos al saqueo de los pueblos españoles para obtener dinero para sus campañas en Alemania, que fueron un fracaso. Su hijo, enfermo, Felipe II no fue mejor. Por no hablar, ya en el siglo XVIII - XIX, del innoble Fernando VII, el "Rey Felón", el mismo que acuñó la palabra "borbonear" por su gran habilidad para mentir y engatusar al pueblo, diciendo primero una cosa para, poco después, vilmente tracionarlo haciendo todo lo contrario.
A todas las casualidades negativas se juntó el hecho de que los reyes de España (los Austria y los Borbones) eran seres enfermos, incapaces de gobernar, por lo que dejaban los destinos del país en manos de los llamados validos.
Nuestra desgracia fueron las numerosas guerras civiles, siendo la de 1936-39, sin duda, la más horrorosa de todas, con la posguerra fascista y casi 40 años de dictadura totalitaria. El catolicismo fundamentalista fue la espina dorsal de la Historia de España y quiere seguir siéndolo en la España moderna y europea.
Sí, los errores inducidos por la omnipresente Iglesia, fueron considerables. Pero también jugó un papel importante la Iglesia en Inglaterra y en Francia. La no tan “Santa” Inquisición hizo estragos en nuestro país vecino, en connivencia con el Vaticano. Hubo más víctimas de las “santas hogueras” en Francia que en España.
Dando tumbos hemos vuelto a remontar los Pirineos y entrar en la Unión Europea. Dependerá de nuestras jóvenes generaciones si se rompe la mala suerte de España, cuyos comienzos no fueron tan distintos de los demás países europeos.
En fin, ¿por qué no aprendemos a querernos a nosotros mismos, aunque sea un poquito más, lejos del estéril nacionalismo?
M.M. / M.R.
Es una síntesis de la Historia de España que está muy bien
ResponderEliminarEspaña tambien tuvo Inglaterra por el matrimonio de maria de Escocia y Felipe II
ResponderEliminarEso fue solo una unión dinástica en la que ni siquiera gobernaron juntos. Inglaterra nunca ha sido española.
Eliminar¿Quién ha hecho ese mapa??? ¿La mitad de Australia, colonia española? ¿Y terranova también? Me parece exagerado considerar que Terranova fue española solo por aquella batalla. Hay dudas sobre posibles asentamientos en las costas de Australia y Nueva Zelanda, posibles intentos fallidos o colonias abadonadas. Pero eso de señalar media Australia como dominio español resulta grotesco.
ResponderEliminarAún así, sin contar estos territorios y algún otro que también es mentira, el Imperio Español fue el más poderoso de la historia. El mayor imperio colonial a mucha distancia de los otros durante más de 300 años. La moneda más fuerte en el comercio internacional por el mismo periodo. El Imperio Británico fue el más grande por poco más de 100 años, y siempre tuvo fuerte competencia.
Saludos desde Girona i visca Espanya.