martes, 15 de marzo de 2011
Pincelada: “Ser una Mata Hari”.
“Ser una Mata Hari”. = Ser una mujer fatal, una vampiresa que fascina a los hombres que caen rendidos a sus pies.
Mata Hari (1876 - 1917), cuyo verdadero nombre era Margaretha Gertruida Zelle, fue una mujer fuera de serie, atrayente y seductora y un mito en vida. Hija de un sombrerero holandés y de una javanesa que murió cuando Margaretha era muy niña, fue educada por su padre y por su tío que la mimaron con exceso, a pesar de no tener mucho patrimonio. Ya desde pequeña Margaretha llamó la atención por su enorme atractivo y pronto se dio cuenta del enorme poder que ejercía sobre los hombres. Para escapar del aburrido destino que parecía esperarla, se casó con 19 años con un oficial holandés veinte años mayor que ella, quien, poco después, fue destinado a Java, a la sazón colonia holandesa. Fue precisamente ahí, en las Indias Orientales donde Margaretha aprendería las danzas exóticas que años más tarde la llevarían a la fama. Después de perder a un hijo en extrañas circunstancias, su marido, que entretanto se había dado a la bebida, fue trasladado a Ámsterdam, donde Margaretha, harta de su matrimonio con un militar alcohólico, consiguió divorciarse de él. Sin oficio ni beneficio, Margaretha tomó la decisión de cambiar totalmente de vida y de transformarse en otra persona, en una princesa javanesa llamada Mata Hari, nombre que significa “ojo del amanecer”. Con sus rasgos exóticos (no olvidemos que Margaretha era mestiza) y los rudimentos de cultura javanesa que había adquirido mientras vivía en aquella isla, Mata Hari debutó como bailarina erótica ante el público parisino con un espectáculo de danzas pseudo-orientales inventadas, que ella definió como "danzas sagradas hindues". Un espectáculo durante el cual Mata Hari hacía su aparición en el escenario ataviada con diversos velos drapeados alrededor de su cuerpo, de los cuales se iba despojando poco a poco hasta mostrar sus encantos al desnudo. Su éxito fue apoteósico. La sociedad parisina se la rifaba y después de su triunfo en la ciudad del Sena llegó a cobrar fortunas por sus actuaciones en diversos países europeos. Pero lo que más fama y dinero le reportaría fueron sus dotes amatorias (se dice que era una experta en técnicas eróticas orientales). Se convirtió en una cortesana de lujo, amante de políticos y nobles millonarios. Sin embargo, fue esto precisamente lo que la llevó a la perdición. En plena I. Guerra Mundial, Mata Hari acepta, al parecer, trabajar como espía para los franceses. Pero sus devaneos amorosos, primero con un jefe de policía alemán, después con un ruso y finalmente con un alto cargo militar alemán, hacen que los franceses la consideren una doble espía y estrechen el cerco a su alrededor hasta su detención en Paris el 13 de febrero de 1917. En un juicio sumarísimo, Mata Hari es acusada de alta traición (muchos dicen que injustamente por no existir ninguna prueba fehaciente que demostrase su culpabilidad) por su condición de doble agente para Alemania y Francia y condenada a ser fusilada. Su muerte le llegó el 15 de octubre de 1917 de manos de un pelotón de fusilamiento. Su cuerpo, que a tantos hombres había fascinado, fue llevado a la Facultad de Medicina de Paris para estudios anatómicos.
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