miércoles, 16 de febrero de 2011
Pincelada: Príncipe Azul
“El Príncipe Azul“es en la fantasía de las jovencitas, el caballero andante, el apuesto y valiente príncipe que las rescatará de todos los peligros que las acechan y les dará la dulzura de un amor puro y verdadero. Según el escritor de libros juveniles y profesor de literatura Severino (“Seve”) Calleja Pérez, “el personaje nace con este nombre en una leyenda rumana del siglo XIX llamada “El Príncipe Azul de la lágrima”. El color azul alude al carácter real del personaje, teniendo posiblemente el mismo significado que en la expresión sangre azul.” Pero tampoco hay que olvidar que muchos cuentos en los que aparece ese insulso personaje tienen origen centroeuropeo, donde el azul es el color de la fidelidad y del amor puro y desinteresado. El príncipe azul, sin embargo, llegó a la fama a mediados de los años 50 del pasado siglo de la mano de la Walt Disney, que le dio vida en unas deliciosas películas de dibujos animados como “La Bella Durmiente”, “Blancanieves y los siete enanitos” o “La Cenicienta”. Otra versión parecida es la del “príncipe encantado”, convertido en rana o sapo por una malvada bruja y al que sólo el beso de una pura doncella (generalmente una princesa) puede rescatar de su triste sino de croar eternamente en una charca. Cuando la bella dama le da un beso a pesar de su poco agraciado aspecto, el batracio se convierte en un atractivo príncipe que toma por esposa a la hermosa dama, que ha sido capaz de romper el maleficio y devolverle la figura humana. Todas estas románticas historias tienen un denominador común: son un canto al amor puro y leal, desprovisto de toda doblez, y al matrimonio como el súmmum en la vida de una mujer. Claro que después de todos los cambios que se han dado en nuestra sociedad en los últimos 30 años, que han representado un enorme paso en el proceso de igualdad entre el hombre y la mujer, tanto en la vida laboral como en el ámbito privado, la figura del “príncipe azul” se ha quedado bastante obsoleta. Pero aunque parezca imposible, en el siglo XXI hay muchas almas cándidas que padecen el llamado “síndrome del príncipe azul” y que se aferran a la ilusión de que algún día se cruzará en su camino ese caballero maravilloso, que vendrá a rescatarlas de la soledad y monotonía de su vida real. Se trata de mujeres infantiles y llenas de carencias de tipo emocional. Son esas expectativas inalcanzables las que les impiden desarrollar una vida adulta de pareja con un hombre de carne y hueso, con sus defectos y sus virtudes. Al no poder desprenderse de esa idea inmadura y distorsionada del “hombre ideal”, esas féminas no conseguirán nunca llevar una vida afectiva normal, basada en la igualdad y en el respeto mutuo. No sé donde leí una frase que me parece muy certera: “Los Príncipes Azules, a la larga, terminan destiñendo” y más vale que más de una se vaya haciendo a la idea de que, por muchos besos que se le dé al sapo, éste no dejará jamás de ser un anfibio incapaz de convertirse en un príncipe encantado.
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