miércoles, 6 de octubre de 2010
"Dilemas"
La política española, en especial por lo que respecta a José Luis Rodríguez Zapatero, se ha convertido en una procesión de dilemas.
Al igual que con la huelga “general”, que según Zapatero ha sido una prueba de la consistencia de su política, realmente la única posible en el marco económico europeo y mundial, ahora, a nivel del PSOE el presidente del Gobierno, en su calidad de secretario general del partido se congratula del resultado de las primarias entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez, aunque ésta era la favorita de Zapatero, porque pertenece al estrecho círculo de partidarios que el secretario general ha reunido en torno a sí. Tampoco en el PSOE existe unanimidad acerca de la política del presidente del gobierno de la Nación. Zapatero ha acogido con “júbilo político” la victoria de Tomás Gómez –un desconocido fuera de Madrid- y ha puesto a las primarias madrileñas como ejemplo de unidad y cohesión dentro del partido socialista.
Es injusto atacar a Zapatero por sus medidas de ahorro, que deben ser refinadas para que no pesen sólo sobre los más desfavorecidos. Zapatero ha hecho verdaderos equilibrios para contentar a Bruselas y los círculos financieros mundiales, que ya observaban la credibilidad de España con abierto recelo, pudiéndose leer durísimos ataques en la prensa norteamericana y, especialmente en la alemana. Se quería poner en duda la solvencia de España y alinear a nuestro país con los griegos, necesitados de inyecciones financieras.
Zapatero no podía obrar de otra manera. Su omisión fue la de no convencer a toda la izquierda sensata española, de que no había otro camino. No se olvide que Zapatero es el único jefe de gobierno socialista en un país importante de la UE. Para ahorrarse un gobierno del PP, con Rajoy al frente, es preciso que Zapatero siga gobernando y dedique más atención a la izquierda, explicando junto con el PSOE realmente unido, cuáles son realmente los objetivos prioritarios de su política. Formar camarillas dentro del PSOE para afirmarse delante del propio partido, querer colocar a favoritos como candidatos, como ha sucedido en Madrid, y no abrir más su discurso, con el apoyo del PSOE, a las capas más bajas de la sociedad, será el camino más corto para su fracaso. Es la obligación de Zapatero fomentar a los talentos más jóvenes en el partido para que puedan asumir puestos de responsabilidad. Es un grave error querer perpetuarse en el cargo. Sería el último servicio de Zapatero al país impedir que la casposa oposición conservadora se haga con las riendas del poder. Es una experiencia que la derecha, cando llega al gobierno, se eterniza en él.
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